"Nos complace saber que tanto 'Mainumby' –nombre ficticio que las autoridades han dado a la menor– como la recién nacida están en buena salud, pero 'Mainumby' tiene suerte de estar viva. Solo el tiempo dirá la extensión de las consecuencias físicas y psicológicas de su terrible experiencia", ha declarado Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
La menor, que mide 1,39 centímetros y pesaba 34 kilos al comienzo de la gestación, ha parido a una niña de 3 kilos y 50 gramos en el hospital Reina Sofía, y se encuentra en buen estado, ha declarado el director de la Cruz Roja en Asunción, Mario Villalba.
Tanto la menor como su madre, así como varias ONG y expertos de la ONU, reclamaron la interrupción del embarazo, pero el Estado paraguayo, que solo autoriza el aborto en caso de que la vida de la gestante corra un grave peligro, se negó. La directora de la Oficina Programas de Salud, Lida Sosa, afirmó que "la solicitud es imposible de cumplir" porque, en el momento de la petición, el embarazo tenía un desarrollo de cinco meses. "Ya hablamos de un producto totalmente formado y un tamaño considerable (…) Además, el código penal prohíbe esa práctica", sentenció.
"Es pavoroso que su historia continuará repitiéndose a no ser que Paraguay haga más para proteger a las víctimas de la violencia sexual, despenalice el aborto y garantice la disponibilidad de anticonceptivos modernos y el acceso a información sobre derechos sexuales y reproductivos", sostiene Guevara-Rosas.
El caso salió a la luz el pasado 21 de abril, cuando su madre la llevó a pruebas médicas con un diagnóstico primario de tumor abdominal. Cuando los médicos descubrieron que estaba embarazada, la menor, entonces de 10 años, confesó que había sido víctima de abusos sexuales por parte de su padrastro y tanto este como su madre, como presunta cómplice, fueron encarcelados. Actualmente, la madre se encuentra en libertad condicional a la espera de que la justicia determine su responsabilidad.