Los blancos preferidos de los delincuentes fueron las tarjetas de crédito, 8,6 millones de casos, y las cuentas bancarias, 8,1 millones, cifras que representan el 86% de los delitos. Además, 1,5 millones de personas padecieron otros tipos de robos de identidad, ya sean telefónicos o de seguridad. Las víctimas, detalló el portal Washington Examiner, representan el 7% de los habitantes de Estados Unidos mayores de 16 años.
Algunos de los motivos por los que se realiza este tipo de operaciones son, según el informe oficial, obtener beneficios del Gobierno o entregar información falsa a la Policía durante un control de tránsito o ante un delito. Además, dos tercios de los damnificados sufrieron pérdidas económicas.
Según el Departamento de Justicia estadounidense, la cantidad de dinero robada a través de estos métodos el año pasado ascendió a 15.400 millones de dólares, bastante menos que la cifra registrada en 2012, cuando desaparecieron 24.700 millones. Erika Harrell, de la Oficina de Estadísticas Judiciales del Departamento de Justicia, explicó que este descenso se debe a que el 10% que sufrió mayores pérdidas pasó de una caída de 20.500 millones a 11.100 millones en los mismos años.
Entre las víctimas del año pasado, 2,6 millones fueron adultos mayores, cifra que supera a los 2,1 millones que fueron blanco de los delincuentes en 2012.
Sin embargo, aunque el robo de identidad sea considerado un delito, menos del 10% de los damnificados denunció lo ocurrido ante la Policía. En cambio, el 87% decidió ponerse en contacto con las fuerzas de seguridad y reportar el hecho ante las instituciones financieras.
Los últimos datos que entrega el informe publicado por Washington Examiner indican que el 52% de las víctimas lograron reparar el daño en menos de un día, mientras que, en el otro extremo, al 9% le hizo falta más de un mes de trabajo resolver el inconveniente.