"Corea del Sur es un lugar donde, de acuerdo a un número cada vez mayor de jóvenes con edad comprendida entre los 20 y los 30 años, los que nacen con una 'cuchara dorada' en la boca entran en las mejores universidades y se aseguran buenos puestos de trabajo, mientras que los nacidos con una 'cuchara sucia' trabajan durante largas horas en empleos mal remunerados y sin beneficios", explica la columnista Anna Fifield en 'The Washingtron Post'.
Tanto es así, que los jóvenes surcoreanos han creado un nombre especial para designar a su país: 'Hell Joseon' ('El infierno de Joseon'), según la columnista, una frase que se remonta a la larga dinastía Joseon, de cinco siglos de duración, en la que las jerarquías de Confucio se atrincheraron en Corea implantando un sistema feudal que determinaba quién seguía adelante y quién no.
En la cultura de trabajo surcoreana, 14 horas diarias son la norma. "Me es difícil imaginarme casándome y teniendo hijos. No hay respuesta alguna o futuro para nosotros", cuenta Hwang Min-joo, una guionista de televisión de 26 años. Normalmente, va a trabajar los lunes por la mañana con su maleta a cuestas y no vuelve a su casa hasta el jueves. Come, duerme y se ducha en la oficina. "Si termino a las nueve de la noche, es un día corto", explica.
Los padres de Hwang vivieron el asombroso ascenso económico en el país durante la década de 1960 y 1970 y más tarde vieron llegar la democracia en los años 1980. Pero aquellos que nacieron después de ese periodo de rápida mejoría solamente ven el lado negativo: empresas megalíticas que proporcionan estatus y buen sueldo a sus empleados y todos los demás intentando simplemente salir del paso. "La crisis del 2008 ha causado pérdidas de empleo, vivienda y esperanza a lo largo de todo el mundo, pero se ha sentido en Corea del Sur de manera especialmente aguda debido al fuerte contraste con los vertiginosos días de la industrialización", afirma Fifield.
La economía parpadea: el crecimiento se desaceleró en un 2,6% el año pasado y esta caída se ha visto acompañada por un aumento de puestos de trabajo irregulares que no ofrecen seguridad ni beneficios. Según datos del Instituto de Trabajo surcoreano, casi dos tercios de los jóvenes que consiguieron empleo el año pasado se convirtieron en trabajadores irregulares. Incluso los grandes conglomerados están sintiendo este impacto, con gigantes como Samsung, Hyundai y Doosan despidiendo a trabajadores u otorgando jubilaciones anticipadas.
Internet, una plataforma de denuncia y alivio
Ante este lúgubre panorama, cada vez más jóvenes surcoreanos están utilizando las redes sociales para quejarse de su situación: existe un grupo de Facebook llamado 'Hell Joseon', que cuenta con más de 5.000 miembros, así como un sitio web llamado 'El infierno de Corea', en el cual se plasman mediante gráficos las largas jornadas laborales, la alta tasa de suicidios entre los trabajadores e incluso el alto precio de los aperitivos en el ámbito laboral.
Además, numerosos foros ofrecen asesoramiento sobre la manera de escapar de esta situación. Algunos de ellos explican a los surcoreanos cómo enviar una solicitud al Ejército de EE.UU., una vía rápida para obtener la ciudadanía estadounidense; otros ofrecen asesoramiento sobre los programas de capacitación para ser soldador, una habilidad muy demandada en EE.UU. y Canadá.
Me sentí humillado, pero no podía dejarlo porque necesitaba el dinero. Es un infierno sin salida
Pero no se trata solo de un fenómeno en Internet: la obra de ficción 'Por qué odio a Corea del Sur' del novelista Jang Kang-Myung, acerca de la historia de una joven que emigra a Australia, encabeza la lista de los libros más vendidos el año pasado. Además, cuando el escritor Son Aram publicó su artículo titulado 'Declaración de un Estado en ruinas' en el periódico 'Kyunghyang Shinmun', se tornó viral inmediatamente.
"Mis padres piensan que yo no trabajo lo bastante duro", cuenta Yeo Jung-hoon, de 31 años, exempleado en una organización ambiental no gubernamental que ahora dirige un grupo de Facebook llamado 'Sindicato de Trabajadores no cualificados'. "Una vez, después de una reunión, mi jefe me dijo delante de todos: 'No creo que usted sea adecuado para este trabajo'. Me sentí humillado, pero no podía dejarlo porque necesitaba el dinero. Es un infierno sin salida", sentencia.