Birmania ha vuelto a atraer la atención de los medios de comunicación internacionales. El pasado uno de julio una multitud de budistas quemó una mezquita en el estado de Kachin. Los agresores no toleraron que los musulmanes la construyeran muy cerca de un templo budista. Hace una semana se producía un incidente similar en la región de Chittagong.
¿Quiénes son los musulmanes de Birmania?
Los conflictos entre budistas y musulmanes no son raros en el país. Existen varios grupos musulmanes en Birmania, pero uno en particular genera polémica. Se trata del grupo étnico rohinyá, que procede de Bangladés. Se desplazaron a Birmania hace muchos años. Se concentran ahora en el estado de Arakán, pero nunca han logrado ser aceptados por el resto de la sociedad.
Oficialmente se cree que entraron ilegalmente en el territorio de Birmania y, aunque las autoridades intentan suavizar la situación, el problema radica en que los propios musulmanes consideran a sí mismos como un parte del pueblo de Birmania y reivindican su ciudadanía, según explica la orientalista Ksenia Efrémova.
Otro experto, Piotr Kozma, destaca que la religión no es el único hecho que explica que las autoridades rechacen conceder la ciudadanía a este grupo. Entre sus miembros se registran altos niveles de delincuencia.
El desarrollo del conflicto
La convivencia relativamente pacífica en Birmania terminó en 2012. En junio y octubre de aquel año en los enfrentamientos armados entre budistas y musulmanes en el estado de Rakáin murieron más de un centenar de personas.
En la primavera de 2013 los disturbios se trasladaron al centro del país. Tres años después, el pasado 23 de junio estalló el conflicto en la provincia de Bago y, más recientemente, el primero de julio, en la de Hpakant.
Finalmente, ocurrió lo más temido por las autoridades ya que el descontento con la situación ha empezado a reinar en el conjunto de la población musulmana de todo el país.
La cobertura unilateral
Al mismo tiempo, los medios de comunicación internacionales centran su atención solo en las víctimas musulmanas del conflicto, aunque no son las únicas. "Esta cobertura unilateral del conflicto fomenta en los budistas la sensación de aislamiento y es un camino directo hacia el radicalismo", opina Kozma.
"En el estado de Rakáin hubo un número aproximadamente igual de budistas y musulmanes asesinados y de casas quemadas y destruidas. Es decir, no se trataba de una masacre contra 'musulmanes pacíficos e indefensos', sino de un conflicto en que participaron activamente ambas partes", concluye.