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Dos hermanos discapacitados logran escapar del Estado Islámico en silla de ruedas

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Un video de Amnistía Internacional recoge las imágenes de un viaje lleno de sufrimiento y dificultades. Los hermanos están ahora en un campo de refugiados en Grecia.

Alan y Gyan, dos hermanos sirios con distrofia muscular  -una discapacidad física completa- consiguieron escapar del Estado Islámico en el norte de Siria y llegar hasta Grecia con la ayuda de familiares en un viaje cargado de obstáculos que duró dos años, y que por el momento se ha detenido en un campamento de refugiados al norte de Atenas, en condiciones deplorables.

En un video publicado por Amnistía Internacional, basado en imágenes tomadas por los familiares a lo largo del viaje, Alan Mohammed y su madre relatan el sufrimiento y las dificultades a las que se tuvieron que enfrentar para recorrer los 2.500 kilómetros que separan Siria de Grecia.

Alan y Gyan huyeron de su hogar en la localidad siria de Al Hasakah, cuando el Estado Islámico fue avanzando. Tal como explican en el vídeo, trataron de cruzar la frontera con Turquía en varias ocasiones, pero nunca lo lograron: la policía turca se lo impedía, y llegaron a dispararles cada vez que lo intentaron. Finalmente, accedieron a Turquía desde Irak, viajando atados cada uno a un caballo con correas para evitar caerse. El resto de la familia (su madre, otro hermano y la hermana menor) iban caminando detrás, empujando las sillas de ruedas. "Si para alguien normal esto es muy dificil, en nuestro caso ha sido un milagro", reconoce Alan Mohammed, que tiene 30 años.

La familia llegó finalmente a la isla griega de Quíos, a bordo de una embarcación abarrotada de refugiados, en una travesía que duró cuatro horas, pese a que la distancia es muy corta.

Desde hace casi seis meses los dos hermanos discapacitados  viven con su madre y sus otros hermanos en el campamento de refugiados de Ritsona, a unos 70 kilómetros al norte de Atenas, un campo que como la mayoría en Grecia tan solo cuenta con tiendas de campaña. En el video, la madre de Alany Gyan, que se llama Amsha, relata las difíciles condiciones que tiene que afrontar a diario, pues sus hijos son completamente dependientes y no pueden valerse por si mismos."No pueden coger un vaso de agua, tampoco pueden secarse solos las lágrimas", explica. 

Pese a ello, Alan, que en Siria trabajaba como profesor, dando clases de recuperación a los niños después del colegio, no se rinde: en Ritsona también da clases de inglés para los niños del campamento. "El mejor momento del día es cuando estoy en el colegio y les puedo dar clases a los niños que se pasaban el día sin hacer nada mas que estar tumbados, sin aprender nada", explica.

Su sueño es ir a Alemania, done están su padre y otra hermana, para vivir en compañía de toda su familia, encontrar un trabajo y poder llevar una vida digna y tranquila. 

Éste es el vídeo en el que Amnistía Internacional relata el épico y emotivo viaje de Alan y Gyan:

David Romero

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