"Vivimos en un lugar muy pacífico aquí", dijo Quinn Eaker, de 30 años, quien vive en la granja. "Nunca hemos hecho daño a nadie. Esta es nuestra tierra. Tenemos el derecho a estar seguros en nuestra propiedad", agregó la dueña, que junto a sus compañeros y también víctimas exigieron las respectivas disculpas y compensación material por parte de la Policía.
No pueden incluso diferenciar entre el cultivo de un tomate con el de la marihuanaDe acuerdo al sargento Christopher Cook, del departamento de Policía de Arlington, esposar a los sospechosos es un procedimiento común en la búsqueda de narcóticos, con el objetivo de que los detectives de dicha división puedan trabajar libremente y de forma segura en la propiedad sospechosa.
En la búsqueda de estupefacientes, la Policía removió malezas y pasto, descuidando cualquier tipo de cultivo con el que ya contaban sus dueños, como plantaciones de tomates. "No pueden incluso diferenciar entre el cultivo de un tomate con el de la marihuana", afirmo Eaker. Según las víctimas, no es la primera vez que sufren este tipo de prácticas y sospechas por parte de la Policía de Arlington.