La percepción que tienen muchos británicos del islam es que es un culto a la violencia. Los mahometanos, por su parte, confiesan sentirse agredidos en este país. La actitud de los británicos originarios hacia los inmigrantes puede ser en primera instancia un poco agresiva. Pero se vuelve aún más ruda si se trata de inmigrantes musulmanes.
"La gente tiene una particular percepción, según la cual la cultura de Gran Bretaña se caracteriza principalmente por el cristianismo blanco, lo que fue cierto a lo largo de la historia, pero ya no lo es en la actualidad. Y las mezquitas se convierten en el mayor blanco de su preocupación. La polarización de opiniones que podemos ver se debe en parte al fracaso del multiculturalismo", asegura Peter Morey, profesor de la Universidad del Este de Londres.
Algunos hechos como el brutal asesinato de un soldado británico por un fanático musulmán autoconfeso solo caldean esos ánimos antiislámicos. Por consiguiente, la reacción de los residentes ante la construcción de mezquitas en sus barrios es predecible: detenerlo.
Las principales objeciones son, en primer lugar, mucho tráfico y congestionamiento de las carreteras. Mucho ruido y perturbación general que no le gusta a la gente y, por último, las pérdidas de los negocios minoristas, señala Gavin Boby, abogado de la Fundación Derecho y Libertad.
Boby se dedica a brindar apoyo jurídico a los residentes que intentan detener la expansión islámica en sus barrios. "Nosotros frenamos la construcción de mezquitas. Es decir, ayudamos a los vecinos de los barrios que se resisten a los planes de su construcción. Y nos salimos con la nuestra", dice.
Hasta el momento, de 18 casos han ganado 16. A este hombre, cuya actividad genera tanta polémica, algunos le llaman el "destructor de mezquitas". Él dice que su rechazo va más allá de los templos islámicos y se expande hacia toda la doctrina de esta fe.
"Es una doctrina violenta. Eso va contra las leyes inglesas. No importa si es por religión o por otras razones. Como si fuera por una banda de motociclistas o por varios nazis. Si la Iglesia católica sentenciara a muerte, o si una sinagoga bendijera a ejércitos que cometieran actos de guerra, o si bien un templo hindú incitara a la gente a tener esclavos sexuales, inmediatamente yo diría que hay que frenar todo ello", explica.
Una posición que es criticada por los representantes de las comunidades musulmanas en el Reino Unido. "Cuando un hombre que es tan ideológicamente opuesto, y que sabe tan poco acerca de la fe islámica, se pone a sugerir algo, su punto de vista no tiene crédito. Una mezquita, una iglesia o una sinagoga deben cumplir con unos criterios bastante específicos en términos de tráfico, de congestionamiento y el impacto en el área", comenta Fiyaz Mughal, representante de una ONG.
"Yo mismo soy musulmán y hablo con los musulmanes del barrio y de la ciudad, y la gente se siente un poco vulnerable. Ellos realmente sienten que la comunidad musulmana está siendo agredida y son muy pocos lo que hablan a favor y que quieren abogar por sus intereses en este momento. En algunas ocasiones les han llegado a arrojar salchichas a las mezquitas", asegura Muhammed Butt, concejal del barrio Brant de Londres.
Según los expertos, reconocer el problema sería el primer paso para su solución. "Realmente necesitamos un debate más franco, abierto y detallado sobre la esencia del islam, sobre lo que significa ser británico y sobre el manejo del cambio social y la evolución", afirma Peter Morey, profesor de la Universidad del Este de Londres.
Según una reciente encuesta, este año aumentó el número de ciudadanos convencidos de que habrá un 'choque de civilizaciones' entre los musulmanes británicos y los originarios. Por eso es vital evitar que este enfrentamiento comience a generar víctimas y sufrimientos.