"El proyecto arqueológico estaba financiado por el Estado desde el año pasado y tenía una duración prevista de cuatro años y medio. Nadie esperaba que lo detuvieran y mucho menos, las 32 personas que trabajaban en el yacimiento y que tenían ese empleo como principal entrada de ingresos", explicó a RT María Rosales, vicepresidenta de la asociación Kapaq Sumaq Ayllu, que desde hace 14 años ayuda a proteger el patrimonio cultural del Perú.
Lo que hicieron fue un asesinato a mi cultura y a mis raíces peruanas
Rosales afirmó que con el derrumbe parcial de la pirámide, que tiene entre 2.500 y 2.800 años de antigüedad, "se han perdido muchas informaciones que podrían ayudar a entender parte de la cultura y del modo de vida de las civilizaciones antiguas".
"Lo que hicieron fue un asesinato a mi cultura y a mis raíces peruanas", dijo emocionada sobre el lugar que los indígenas a menudo utilizan para hacer ofrendas a la Pachamama o Madre Tierra.
Ahora, el yacimiento permanece cubierto para evitar que se dañe, pero Rosales asegura que "la parte que fue desenterrada durante las excavaciones se está deteriorando a causa de la humedad".
El Paraíso es una zona sumamente pobre en la que apenas hay una oficina postal. La mayoría de la población vive de la ganadería y del reciclaje de basura. Sin embargo, cuando el Estado aprobó el proyecto arqueológico, muchas de las familias vendieron sus animales para trabajar en el yacimiento.
"Los vecinos de la zona sólo esperan que la situación se resuelva lo antes posible. Sin este trabajo, muchos de ellos no tienen nada. Esa empresa, además de destruir una pirámide, destruyó la vida de muchas personas", concluyó Rosales.