Pável Sapozhnikov está dispuesto a vivir sin luz, sin Internet y sin la ropa que tenía colgada en su armario. Eso sí, solo hasta el próximo 22 de marzo o, lo que es lo mismo, todo el invierno ruso. Con temperaturas que pueden superar los 20 grados bajo cero, cualquiera pensaría que el artefacto que más echará de menos será un calefactor. Sin embargo, el objeto más preciado para el joven es una hacha.
"Con una hacha puedes construir todo lo que necesitas. Cuando no te sirva para algo, seguro que te sirve para fabricar la herramienta apropiada", dijo Pável a la agencia de noticias rusa RIA Novosti. Y entonces sentencia: "Nuestros ancestros le dieron la forma perfecta", señalando que no ha cambiado a lo largo de los siglos.
En su primeros días como viajero en el tiempo, Pável confiesa haber tenido dificultades para hacer fuego a partir del chasqueo de una piedra. Y no se amedrenta al reconocer que le gustaría tener un mechero a mano.
"Nos resulta muy interesante ver cómo una persona podía vivir entre estaciones, como otoño e invierno, cuando hay menos comida y provisiones, y también menos horas de luz al día", afirmó el impulsor de la iniciativa, Alexéi Ovcharenko.
Un equipo de personas vigilará cada uno de los movimientos de Pável, así como el desgaste de cada uno de los elementos con los que cuenta.
"¿Cada cuánto hay que remendar unos calcetines de lana? O ¿cuánto duran unos esquís o un cuchillo? ¿El techo cubierto con piel animal es lo suficientemente fuerte? Queremos evaluar muchos de los elementos que se utilizaban a diario", señaló Ovcharenko.
Otro de los aspectos importantes del experimento es el sociopsicológico. Los promotores del proyecto quieren saber cómo afecta a una persona la vida en solitario.
"Enviamos a Pável al pasado solo a propósito. La inmersión en el pasado y el distanciamiento de la vida moderna serán así más rápidos. Ahora solo queda esperar a los resultados en marzo. Eso, si Pável no decide quedarse para siempre en el medievo.