Durante la visita del presidente francés François Hollande
a Roma se reanudaron los protestas en contra del ferrocarril de alta velocidad entre las ciudades de Turín y Lión.
Mientras las autoridades insisten en que la nueva línea de trenes reducirá a la mitad el tiempo de viaje entre París y Milán, los manifestantes consideran que este proyecto significa tirar miles de millones
de euros y no brindará nada al pueblo. Por otro lado, causa preocupación el efecto negativo para el medio ambiente.
La Policía italiana usó gases lacrimógenos y porras frente a las botellas y bengalas de los manifestantes.