Después de que la multitud lo viera en la pantalla grande, la mayoría de los 5.000 asistentes empezó a gritar el nombre de Jesús. El desorden causado fue tan grande que los organizadores del torneo se vieron obligados a pedir a Grindal que abandonara el estadio.
Cuando la semana pasada el hombre trató de volver para ver el torneo de este año, los agentes de seguridad no le permitieron entrar. "Me sentí muy intimidado. El jefe de seguridad me dijo que no me dejaría entrar en el torneo, ya que no quieren que se repita lo del año pasado. Pero no es mi culpa si me parezco a Jesús", dijo al diario 'Mirror'.
"Al recordar el efecto perturbador que produjo su aparición el año pasado, los organizadores, PDC Dardos (Professional Darts Corporation), tomaron la decisión de no permitir que el señor Grindal entre en el complejo", dijo un portavoz del estadio. La PDC se negó a comentar lo sucedido.