"Toda mi vida está destruida. No quiero casarme con él, pero si lo hago, mi familia podrá quedarse en esta casa", comenta Hanifa entre lágrimas a la cadena Al Jazeera. Su madre, Mysa, confiesa que ni su marido ni su otro hijo, de 12 años, que trabaja de asistente de un mecánico, son capaces de ganar los 250 dólares mensuales que les pide el propietario de la vivienda en la que viven alquilado. El amo de la casa les permite quedarse gratis, pero pide su hija a cambio.
"No hay madre que quiera hacer daño a sus hijos, pero no tenemos otro remedio", insiste Mysa, que explica lo mucho que temen volver a vivir a un campamento en una tienda de campaña. Como su hijo tiene asma y su marido sufre de trastorno cardiaco, Mysa teme que una vida expuesta al frío ponga su salud en peligro.
Más de 2,2 millones de sirios tienen estatus de refugiados, la mitad de ellos niños, según datos de la ONU. Actualmente, en el Líbano residen unos 1,5 millones, cifra que equivale a un tercio de la población local. A diferencia de otros países vecinos, como Turquía o Jordania, en el Líbano no hay campamentos oficiales de refugiados. Las organizaciones de caridad que actúan en el país admiten que el caos y la mala coordinación se interpone en sus intentos de organizar las operaciones humanitarias.