La historia es tan desgarradora que el perro, de raza akito, se convirtió en un símbolo de lealtad no solo en Japón, sino en todo el mundo. No en vano han rodado varias películas.
El perro fiel fue inmortalizado en 1934 (cuando todavía vivía) en un
monumento de bronce en la estación Shibuya (Tokio), lugar donde esperaba cada día a su dueño que ya había fallecido de un paro cardiaco.
Sin embargo, en una exposición dedicada a Hachiko que se lleva a cabo esta semana en el Museo Conmemorativo de la Literatura, en el distrito comercial de Shibuya, los organizadores explican una versión diferente de la que se conocía hasta ahora.
Según su hipótesis, la causa que impulsó a Hachiko a llegar hasta la estación era para que su dueño lo alimentara con yakitori, un tipo de pincho japonés hecho de pollo. El deseo de disfrutar de su manjar favorito, y no la fidelidad a su amo, era la razón principal por la que la mascota se dirigió durante nueve largos años a la estación, afirman los expertos del museo.
Estos sostienen que una vez el dueño del can tuvo un viaje de trabajo bastante largo y cuando regresó, se llevó la gran sorpresa de que su mascota lo estaba esperando. Impresionado por este comportamiento, el hombre decidió premiar a su mascota comprándole algunos pinchos de pollo, su comida favorita. Los expertos subrayan que el perro se conocía el camino de casa a la estación de Shibuya debido a que acompañó a su amo en varias ocasiones.
No obstante, para la mayoría de la gente, independientemente de la versión que sea la verdadera, Hachiko seguirá siendo la personificación de la lealtad.