Ermitaña rusa que lleva casi 30 años viviendo sola en Siberia busca asistente
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La famosa ermitaña siberiana Agafia Lykova, de 68 años, pidió a través de un periódico local que algún cristiano vaya a vivir con ella, porque se siente sola y necesita ayuda.
RIA-Novosti
El periódico 'Krasnoyarsky Rabochiy' publicó en su página web una carta recibida de la ermitaña, quien desde hace 26 años vive en solitario en su casa en la taiga en el sur de Siberia (república rusa de Jakasia). La mujer y su vecino, el cazador Yeroféy Sedov, piden un asistente, ya que ambos no son capaces de sobrevivir por sus propios medios.
"No sé cómo Dios me ayudará a sobrevivir durante el invierno", dice la carta. "No tengo leña. Necesito conseguirla y también necesito seguir rezando".
"Aquí está mi batalla por la sobrevivencia, sola y con una casa para cuidar y cosas para hacer, de día y noche, hasta que sufro agotamiento", argumenta la ermitaña rusa.
El representante de la administración del distrito de Tashtagolsky (en la misma región), señaló que la vacante existe desde hace varios años, pero ninguno de los aspirantes estuvo dispuesto a pasar tanto tiempo lejos de la civilización. También informó de que la ermitaña prefiere que su asistente sea una mujer.
La historia de Agafia Lykova no deja de ser sorprendente: en 1978 un grupo de geólogos soviéticos descubrió a una familia de cinco personas, los Lykov, que había estado 40 años en un rincón remoto de Siberia sin contacto alguno con la civilización.
Los Lykov, que eran descendientes de unos antiguos cismáticos ortodoxos que en los años 30
huyeron de la persecución religiosa de las autoridades soviéticas, se encontraron de repente en el foco de la atención de médicos, periodistas y científicos, granjeándose la simpatía de millones de personas en la Unión Soviética y otros países.
Vivían de la caza y la pesca, la recolección de bayas y setas, así como del cultivo de legumbres. Gracias a sus libros de salmos escaparon del analfabetismo.
RIA Novosti / Dmitri Korobéinikov
Con el paso del tiempo casi todos murieron debido a la escasa inmunidad de su organismo frente a las infecciones de la civilización. Solo sobrevivió Agafia, nacida en 1945, quien rechazó varias propuestas de alojamiento y cuidado, y que sigue viviendo en su casita de madera en el entorno natural de la taiga siberiana.
