La causa es muy simple: al término de la rueda de prensa que los dos políticos concedieron el martes en el hotel King David de Jerusalén, Netanyahu hizo un gesto con el dedo para señalar algo en el fondo de la sala. Casualmente, el índice del mandatario israelí proyectó sobre el labio superior de su homóloga alemana una sombra muy parecida al bigote que llevaba Adolf Hitler. La incómoda imagen solo necesitó unas horas para convertirse en uno de los temas más comentados de Facebook y Twitter.
La visita de Merkel tuvo lugar en uno de los momentos más complicados para las relaciones entre ambos países. Por una parte, Alemania ha suministrado submarinos e importante equipamiento militar a Israel en los últimos años y ha expresado en varias ocasiones que no apoya la idea de un boicot internacional contra Tel Aviv en caso de fracasar las conversaciones de paz con los palestinos. En el marco de la visita de Merkel quedó firmado incluso el acuerdo que autoriza los consulados alemanes a ofrecer servicios a ciudadanos israelíes en los países que no tienen relaciones diplomáticas con Tel Aviv.
Por otra parte, sigue vigente el mayor punto de la controversia entre los dos estados: el programa nuclear iraní. Tel Aviv insiste en que Teherán debe parar sus investigaciones por completo, mientras que Berlín admite el derecho del país persa a enriquecer uranio hasta bajos niveles y se muestra dispuesta a un compromiso, tal y como lo estipula el acuerdo de Ginebra.