Yasuo Takamatsu, de 57 años, un conductor de autobús de profesión, nunca fue el candidato perfecto para aprender a bucear y estaba preocupado de que no fuera capaz de hacerlo. Sin embargo, aprendió a sumergirse en las aguas frías del océano Pacífico para buscar el cadáver de su esposa, una de las miles de personas que siguen desaparecidas tres años después del tsunami desbastador que arremetió contra las costas de Japón, informa AFP.
Unos días antes del aniversario de la catástrofe, este viudo en una entrevista contó que se siente obligado a seguir buscando a su mujer Yuko, porque la última cosa que escuchó mientras hablaba con ella por teléfono, antes de que una ola de casi 20 metros la devorara, fue: "Quiero ir a casa".
"Ella era una persona gentil y amable", afirmó Takamatsu. "Ella siempre estaría a mi lado, físicamente y mentalmente. La echo de menos, echo de menos la gran parte de mí que era ella", añadió el hombre.
Así que Takamatsu se siente impulsado para ir a bucear cada vez que piensa en la última vez que escuchó a su esposa. "Me siento muy mal pensando que ella todavía está ahí, fuera. Quiero traerla a casa tan pronto como sea posible", concluyó el viudo.
Un terremoto submarino sacudió Japón el viernes 11 de marzo de 2011 y desató un tsunami que se movió con la velocidad de un avión hacia la costa japonesa. Cuando las olas se calmaron y el agua se precipitó de nuevo al mar, llevó consigo las casas, coches y cuerpos de miles de personas.
Oficialmente, más de 15.800 personas perdieron la vida en el desastre, otras 2.636 figuran como desaparecidas.
Casi nadie ya espera encontrarlas con vida, pero para los familiares es importante hallar sus cuerpos para que, finalmente, descansen en paz.