¿Son WhatsApp y compañía los 'asesinos' de millones de puestos de trabajo?

La revolución digital viene acompañada de grandes logros. Sin embargo, el riesgo que corren los trabajadores semicualificados y no cualificados es realmente serio, apunta un artículo publicado en el diario 'The Globe and Mail'.
Cuando Facebook pagó 16.000 millones de dólares por WhatsApp el pasado mes de febrero, inversores y expertos en tecnología quedaron sorprendidos. "He aquí una empresa que no existía hasta 2009, con ingresos modestos, que utiliza una tecnología de mensajería instantánea móvil, cuyo éxito no está garantizado en un mercado donde las innovaciones de hoy son a menudo los fracasos del mañana", señala el periodista Eric Reguly en un artículo publicado en el periódico 'The Globe and Mail'.
 
Sin embargo, el precio no fue el aspecto más impactante de la operación, sino el número de empleados involucrados. WhatsApp tenía únicamente 55. Cuando Facebook anunció la compra, WhatsApp tenía 450 millones de clientes, una cifra que se elevaba en un millón cada día, recuerda Reguly.
 
En la era digital, la correlación entre el número de personas en nómina y el número de clientes se está desvaneciendo, lo cual es una mala noticia para la creación de empleo y de ingresos de la clase media. 
 
"Si WhatsApp puede dominar la mensajería instantánea a nivel mundial con unas cuantas docenas de empleados, ¿qué esperanza hay para los trabajadores semicualificados y no cualificados que, en generaciones anteriores, podían contar con nuevos puestos de trabajo que emergían mientras una industria y sustituía a otra?", resalta el autor del artículo.
 
La red social Instagram, que se lanzó en 2010 como una aplicación para compartir imágenes, también contaba con pocos trabajadores. Cuando fue adquirida por Facebook por 1.000 millones de dólares en 2012, tenía un total de 13 empleados. 

Dominación robótica 

En su artículo, Reguly subraya que el ascenso de los robots ha sido "implacable" y han penetrado en las industrias que parecían estar hechas precisamente a prueba de robots.
  
"La evidencia de la destrucción de empleo es más que anecdótica", afirma el periodista, que agrega que la digitalización no se está abriendo paso en todas partes. 
 
Los diseñadores de autómatas aún tienen que encontrar una manera de reemplazar ocupaciones como las de los camareros, vendedores y trabajadores de atención domiciliaria. Además, señala, se suponía que las universidades en línea iban a "erradicar los ejércitos de profesores", pero no lo han conseguido por el momento.
 
Para hacer frente a lo que está ocurriendo, Reguly sugiere invertir en educación y así "equipar a la próxima generación de trabajadores para la era digital" o introducir un ingreso nacional garantizado, financiado a través del aumento de impuestos a las empresas, para mantener a flote a los nuevos desempleados.