El Gobierno británico gastó 900 millones de dólares en un fármaco ineficaz

Médicos independientes batallaron durante años contra un gigante farmacéutico que ocultaba información sobre el fármaco Tamiflu, en el cual el Gobierno británico gasto cerca de mil millones de dólares. Ahora se ha revelado que el compuesto es eficaz.
La exposición a la crítica y la transparencia a menudo son valores ajenos las prácticas habituales de algunos gigantes farmacéuticos. Un escándalo relacionado con el fármaco Tamiflu y su análogo, del que el Gobierno de Reino Unido compró existencias por valor de 896 millones de dólares, sacó a la luz la presencia de graves problemas en el sector farmacéutico, como por ejemplo la carencia de información y de transparencia en las pruebas de los medicamentos y sus propiedades, la falta de claridad en la documentación y el fracaso del sistema regulador.
 
Cinco años después del inicio de la lucha que los médicos independientes de la Colaboración Cochrane emprendieron contra el productor de Tamiflu, la compañía suiza Roche -que ocultaba información sobre su producto-, se ha comprobado finalmente que las propiedades del fármaco no coincidían con lo que promete la empresa. En cambio lo que sí tiene son efectos secundarios, escribe el periódico 'The Guardian'. El escándalo se magnifica si tenemos en cuenta que el gigante farmacéutico ocultó información vital durante tantos años de manera absolutamente legal.  

Hace unos años, ante la amenaza de la pandemia de gripe, los Gobiernos del Reino Unido y Australia pidieron a Colaboración Cochrane, un grupo internacional que reúne a miles de médicos de todo el mundo, que analizara el Tamiflu, un fármaco muy conocido del que varios países hicieron acopio ante el temor, especialmente, a la propagación de la gripe porcina. La evaluación de Colaboración Cochrane salió a la luz en 2008 y puso de manifiesto que el fármaco sí reducía las complicaciones de la gripe, como la neumonía. Colaboración Cochrane goza de mucho prestigio en el mundo de la medicina y sus opiniones son tenidas muy en cuenta, pero en el caso del Tamiflu los médicos independientes también fallaron.
 
Un médico japonés, Keiji Hayashi, publicó un comentario escéptico, notando que la conclusión del grupo se basaba en datos nada fiables. El autor principal del estudio de Colaboración Cochrane reconoció inmediatamente que el médico japonés tenía razón y acordaron que era necesario obtener más información sobre los ensayos clínicos. Sin embargo, quien no estuvo de acuerdo fue el productor de Tamiflu, Roche. Así empezó la batalla, que ha durado hasta ahora, en la cual los médicos exigieron información para descubrir qué es realmente el fármaco que toman millones de enfermos, y el productor del fármaco, a su vez, utilizó un arsenal de argumentos poco convincentes para ocultarla.

Tan solo el año pasado Roche entregó finalmente la documentación necesaria a los médicos. Pero, ¿qué fue lo que ocultó durante tanto tiempo? Resulta que en realidad Tamiflu no reduce la cantidad de hospitalizaciones y que faltan datos para demostrar que permite que disminuya el número de muertes. Entonces, ¿qué es lo que reduce Tamiflu? Pues el número de casos de neumonía… diagnosticada por los propios enfermos sin ayuda de los médicos. También puede mitigar los síntomas de la gripe, pero no los de la gripe asintomática. Pero, aparte de esto, produce efectos adversos como vómitos, dolores de cabeza e incluso efectos secundarios psiquiátricos, entre otros.
 
Otro problema es que varias instituciones reguladoras también fallaron a la hora de demostrar la eficacia de este fármaco de uso tan extendido. Mientras que la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) aseguró que el fármaco no era beneficioso para la neumonía que acompaña la gripe, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades del mismo país (CDC) dijeron lo contrario. La Agencia Europea de Medicamentos también encontró propiedades positivas en el fármaco, mientas que su análogo japonés no halló ninguno.

Pero el caso de Tamiflu no necesariamente es el resultado de prácticas corruptas o de la incompetencia, asegura 'The Guardian'. La única manera de solucionar este cúmulo de confusiones es que todos los datos sobre los ensayos médicos sean abiertos. En cambio, la práctica más difundida hoy en día entre las compañías farmacéuticas es la de no revelar la información sobre los métodos empleados en los ensayos ni los resultados obtenidos. Y lo peor es que, según las leyes, no hay nada ilegal en eso.