Acto I: La crisis de la década de 2020
Durante los próximos cuatro años el mundo liderado por EE.UU. permanecerá en la subfase de agotamiento. En 2018 la situación se agravará aún más y empezará la crisis. Habrá 'guerras' por el petróleo, los metales y el agua en América del Sur, África y Oceanía que durarán hasta 2030. Las causas son los cinco problemas básicos de un estado moderno: un sistema de pensiones inestable, el aumento de los precios de la energía, el aumento de los precios del agua y los alimentos, una gestión pública ineficiente y el aumento del número de conflictos militares y culturales.Acto II: La revolución tecnológica de los 2040
A partir de 2030 en un mundo todavía bajo la hegemonía de Washington empezará un período de recuperación basado en robots, intelecto artificial, biotecnologías, energía verde o tecnologías espaciales (o todo ello junto). Como resultado, entre los años 2042 y 2055 tendrá lugar una expansión de EE.UU. y un auge económico internacional. Sin embargo, la prosperidad financiera volverá a desvanecerse después: la nueva fase de agotamiento durará hasta el año 2067 y coincidirá con la última etapa de la hegemonía mundial de Washington.Acto III: Las guerras mundiales de los 2070-2080
En 2067 empezará una profunda crisis y la fase de transición en la que EE.UU. empezará a perder su liderazgo a nivel global. Será un período de caos y conflictos bélicos internacionales de mayor escala. Según Alves, las guerras se deberán, por una parte, a las contradicciones entre el desarrollo que aumenta el consumo de energía y recursos, y la preservación. Por otra parte, es posible un auge de la inteligencia artificial y la manipulación genética, lo que resultará en una crisis de identidad humana y derechos civiles para esta inteligencia artificial.De estos conflictos se originarán tecnologías nuevas que desembocaran en soluciones nuevas, asegura el futurólogo. En 2080 empezará un período de recuperación.
Acto IV: ¿Quién será el nuevo líder mundial después de EE.UU.?
En 2092 la recuperación triunfará y dará lugar a una etapa de nueva expansión. Pero esta vez el estado hegemónico será otro, no EE.UU.A finales del siglo XXI serán los paneles solares los que abastecerán al mundo con energía, mientras que la fuente crucial de agua y metales serán los asteroides conectados con la Tierra, lo más probable mediante ascensores espaciales. Por ello el control del Ecuador terrestre será crucial para el liderazgo en el futuro, deduce Alves. Otro factor importante es que no se ha formado por completo durante el período anterior un nuevo poder hegemónico. Según el analista, hay 5 candidatos posibles que corresponden a todas estas características.
Estados Unidos de Europa
Europa puede convertirse en una sola nación que abarque, además, los territorios de África del Norte y una parte de Oriente Medio. El acceso al Ecuador podría ser a través de la Guayana Francesa que seguirá siendo departamento francés de ultramar: hoy en día es formalmente parte de la Unión Europea como Región Ultraperiférica y se ubica en la costa norte de América del Sur, entre Brasil y Surinam, limitando al norte con el océano Atlántico.
Un EE.UU. absorbido por México
La integración continua de las Américas y la expansión de la población hispana en EE.UU. resultará en una fusión de EE.UU. con México y, probablemente, con algunas naciones más del Caribe. El acceso al Ecuador terrestre puede ubicarse en Amapá, al norte de Brasil, o en el país del mismo nombre, Ecuador.
China y sus colonias nuevas
La alta demanda por parte de China de energía, alimentos, agua y minerales la está empujando hacia África, América del Sur y Oceanía, lo que puede resultar en su integración. Los vínculos posibles con el espacio podrían establecerse en Kenia, Sumatra y Borneo.
La India y sus colonias nuevas
La India tiene una situación similar a la de China. Está expandiéndose hacia África, América del Sur y Oceanía, y de nuevo Kenia, Sumatra y Borneo pueden convertirse en sus vínculos con el Ecuador.
Una Brasil expandida por Sudamérica
Brasil se está expandiendo demográficamente y comercialmente por América del Sur, lo que podría resultar en una integración demográfica y comercial. Un día puede resultar también en una integración política.