Los sentineleses
Una de las etnias más aisladas y particulares del mundo tiene su hogar en la isla Sentinel del Norte, en el archipiélago indio de Andamán, y recibió su nombre por la isla porque nadie sabe realmente cómo se llaman a sí mismos. De hecho, no se sabe casi nada acerca de los sentineleses: desde los tiempos más remotos se protegen bien de los invasores no deseados. Ya en el siglo XIII el famoso viajero Marco Polo escribió sobre ellos: "Si un extranjero llega a sus tierras lo matan inmediatamente y acto seguido se lo comen".
La tribu se resiste fuertemente a cualquier contacto con otros pueblos. En 2006 dos pescadores que se acercaron a sus playas fueron asesinados por los sentineleses y enterrados en la isla. Los helicópteros lograron localizar los lugares de enterramiento, pero no pudieron aterrizar porque la tribu, que no tiene ni la menor idea de lo que es un helicóptero, empezó a dispararles flechas. Incluso los policías locales se negaron a ir a recoger los cuerpos de los pescadores afirmando que serían "asesinados con flechas untadas en sangre", escribe la página Cracked.
Los korowai
El pueblo aborigen que habita Papúa (provincia de Indonesia) fue contactado por primera vez en la década de los 70 por arqueólogos y misioneros. Sin embargo, desde entonces siguen siendo igual: utilizan herramientas de piedra y viven en casas de madera en los árboles.
La tribu cree que todo el mundo sería destruido por un terremoto si alguna vez cambian sus costumbres, con lo que no desean salir de su aislamiento. Otro factor, aún más importante, consiste en que viven en una región tan densamente boscosa y montañosa que la mayoría de las aldeas no tienen contacto ni siquiera entre sí, y mucho menos con el mundo exterior.
El 'hombre del agujero', o el hombre más solitario del mundo
El único sobreviviente de una tribu está viviendo desde hace por lo menos 15 años en aislamiento en la selva brasileña. Es conocido como 'el hombre del agujero' debido a que cava en el centro de unas chozas de palma enormes agujeros de 5 metros de profundidad. No se sabe para qué los utiliza porque estas cabañas son abandonadas en cuanto alguien se acerca a ellas.
Se cree que su tribu, cuyo nombre se desconoce, fue masacrada por los ganaderos de la zona, con lo que no es de extrañar que desde entonces prefiera evitar todo tipo de contacto con el mundo exterior.
Los viejos creyentes
En 1978 un grupo de geólogos soviéticos descubrió a una familia de cinco personas, los Lykov, que había estado 40 años en un rincón remoto de Siberia sin contacto alguno con el resto del mundo. Descendientes de unos antiguos cismáticos ortodoxos, en los años 30 huyeron de la persecución religiosa de las autoridades soviéticas y en el bosque siberiano vivían de la caza, la pesca y la recolección de bayas y setas. Sin embargo, este caso no fue único. Otros grupos similares se mantuvieron en aislamiento en la taiga siberiana, al menos hasta 1990, en gran parte inconscientes del mundo moderno.
Los viejos creyentes se separaron de la iglesia principal rusa en el siglo XVII por los cambios dogmáticos que sufrió. Desde entonces, los grupos de los viejos creyentes, resistentes a la reforma, huyeron del Gobierno buscando asilo en el extranjero o asentándose en la vacía y áspera extensión del norte de Rusia.
La tribu de Mascho-Piro
También conocidos como la gente cuajareño, habitan las zonas remotas de la selva amazónica en la región de Madre de Dios, Perú. Por alguna razón la tribu, que hasta el momento ha vivido en aislamiento, recientemente ha comenzado a aparecer mostrando interés por las olas de cocina metálicas y los machetes, según dicen los especialistas.
El Gobierno peruano trató de limitar la exposición de la tribu prohibiendo a los turistas ir a la tierra donde habitan para establecer contacto. Por desgracia, los operadores privados en Perú han empezado a ofrecer "safaris humanos" donde la gente busca deliberadamente pueblos indígenas no contactados.
Los pintupi
Este grupo de aborígenes habita el área del lago MacDonald y el lago Mackay en Australia Occidental y hasta 1984, cuando las primeras personas se toparon con ellos, permaneció sin contactar. Poco antes de ese encuentro la tribu ya hizo intentos de ponerse en contacto con un grupo de aborígenes australianos occidentalizados. Sin embargo, su aspecto -con cintas hechas de cabellos humanos y lanzas de 2 metros de largo- es lo suficientemente extraño como para asustar incluso a otros aborígenes australianos, y el contacto con otro pueblo no se realizó.