Los residentes de Wonsan, la quinta ciudad más grande de Corea del Norte, siempre han debido solicitar permiso oficial a las autoridades para poder salir de su urbe natal. Sin embargo, un nivel tan alto de secreto no impidió que la localidad, ubicada a las orillas del golfo de Tongjoson, fuera el destino preferido del turismo de lujo nacional. La élite norcoreana acudía cada año para gozar tanto de sus playas y aguas extremadamente limpias como de bosques de pinos. En 2013, el Gobierno del país dio el pistoletazo oficial de partida para el desarrollo de un balneario turístico en la zona de escala internacional.
El programa prevé restaurantes, hoteles, rascacielos, un estadio, parques, salas de exposiciones y una infraestructura para recorridos de surf en la línea costera. Uno de los proyectos más llamativos es la construcción de un hotel submarino. Es parte del plan general destinado a elevar para el 2016 el número de extranjeros que visitan el país, y que pasen a ser un millón por año.
Según se rumorea, para conseguir la meta está previsto trasladar parte de los negocios locales y hogares para liberar el espacio necesario.
Se está modernizando, además, el Campo Internacional de Niños Songdowon adonde vienen a pasar sus vacaciones los menores de todo el país y los participantes de programas de intercambio cultural de Estados extranjeros, como Cuba o Nigeria, entre otros. Fue construido hace más de 30 años para profundizar las conexiones con los Estados comunistas. Sin embargo, ahora el líder del país, Kim Jong-un, quien visitó el sitio en 2013, quiere que la instalación sea dispuesta para dar la bienvenida a los menores de cualquier rincón del mundo. El centro, con una capacidad para 300 personas, ofrece a los niños clases de vóleibol, cocina y vela. Su diversión clave es un enorme acuario.
Las atracciones incluyen también el Masik-Ryong, un moderno centro de esquí ubicado a 1.360 metros sobre el nivel del mar, el único del país. Fue inaugurado este año. Según la cifra oficial, solo la primera fase del desarrollo de un área de 2.430 kilómetros cuadrados costó al presupuesto estatal 35,3 millones de dólares estadounidenses. Especialistas estiman la capacidad del balneario en 5.000 visitantes diarios. Incluye restaurantes, un hotel, piscinas, una pista de hielo y una pista de aterrizaje para helicópteros. La longitud total de todas las pistas de deslizamiento es de unos 110 kilómetros, mientras que su anchura varía entre 40 y 120 metros.