Bajo la supervisión de milicianos del Estado Islámico, Mohamed fue instruido en el Corán y adiestrado en el uso de armas de fuego mientras le obligaban a observar cómo morían hombres crucificados y mujeres lapidadas. También se vio obligado a jurar lealtad al líder del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, y a ser testigo de los azotamientos con látigos a niños más jóvenes que él recién llegados al campamento.
"Cuando íbamos a la mezquita, nos ordenaban allí que volviésemos al día siguiente a cierta hora para presenciar decapitaciones, latigazos y dilapidaciones", explicó Mohamed. "Vimos cómo crucificaron a un joven porque no cumplió con el ramadán. Y luego fuimos testigos de la muerte a pedradas de una mujer acusada de cometer adulterio", añadió. El joven exrecluta recordó también a un amigo que estuvo con él en el campo de entrenamiento y que murió en uno de los combates del Estado Islámico contra las fuerzas del Ejército sirio. "Murió como un mártir en Deir ez-Zor [Siria], luchando por el Estado Islámico contra el Ejército Libre de Siria. Tenía 13 o 14 años", recordaba Mohamed.
Nos obligaban a observar cómo morían hombres crucificados y mujeres lapidadas
El padre del adolescente, que no quiso dar su nombre, reconoció que intentó visitar a su hijo muchas veces en el campo de entrenamiento pero los milicianos le amenazaron literalmente con cortarle la cabeza si regresaba.
Según Human Rights Watch, los grupos extremistas del Frente de Al-Nusra y el Estado Islámico tienen cerca de 15 campos de entrenamiento en Siria, donde educan e instruyen a jóvenes en el combate y el uso de armas de fuego. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados publicó este viernes un informe en el que se estiman en tres millones los refugiados sirios desde el inicio de la guerra civil.