'Mi hijo me aburre' o 'ya no lo quiero': con esas frases padres estadounidenses ofrecen para intercambio por internet a sus niños adoptados de otros países. La práctica, que ni siquiera es controlada por el Gobierno, se lleva a cabo todos los días en páginas web bajo el nombre de "reacomodación".
Nita Dittenber tiene 18 años. Recostada hoy en su habitación de adolescente, intenta dejar atrás una infancia marcada por el horror. Un horror compartido con muchos otros niños.
"Ellos me golpeaban. Ponían toallas en mi boca y yo me ponía a llorar. Abusaban de mí", cuenta Nita.
Desde que fue entregada en adopción por sus padres en Haití para que tuviera un mejor futuro en los EE.UU., Nita vivió una pesadilla. En los últimos cuatro años pasó de mano en mano por 4 familias distintas y en todas, presenció abusos.
"En dos de ellas prácticamente la mayoría de los niños éramos abusados. Pero en las otras solo sucedía con algunos de nosotros", dice Nita.
Su historia es parte de un sistema perverso: un verdadero mercado negro por internet de chicos adoptados en Haití, Rusia, China y Etiopía entre otros países.
Como en el caso de Nita, los padres adoptivos ofrecen impunemente a estos niños en salas de chat. Lo hacen a través de páginas webs especialmente creadas para conectar a las familias que los ofrecen y las familias que los demandan.
El director ejecutivo del Instituto de Adopción Evan B. Donaldson, Adam Pertman, asegura: "Necesitamos solucionarlo. Necesitamos cambios en las leyes, necesitamos cambiar las políticas. Alguna gente necesita realmente ser castigada como una señal para todos los demás de que no es un comportamiento aceptable. Y necesitamos poner al sistema en un lugar que no permita que esto suceda".
Lo más alarmante es que no hay ningún organismo del Gobierno que controle el destino de estos niños y tampoco hay cifras oficiales de cuantos están en la misma situación. Recientemente en Illinois un niño de diez años fue entregado a un hombre que había sido condenado como pedófilo.
La madre adoptiva de Nita, Sandra Booker, dice: "No me entra en la cabeza que alguien pueda negociar con niños. Para mí es como vender a un chico. Es horrible, demasiado horrible."
Nita vive ahora con una nueva mamá de corazón, una enfermera que conoció en la Iglesia. Mientras, uno de sus padres adoptivos se enfrenta a un juicio por 17 casos de violación y agresión sexual contra sus propios hijos.
"Él golpeaba a algunas de las niñas. Las golpeaba hasta dejarles moretones. Algunas vinieron a contarme que eran abusadas sexualmente por él. Una vez él vino por detrás y me agarró por la espalda, por mi trasero. Nos amenazaba y nos decía que nos cortaría los dedos", cuenta Nita.
Hasta ahora Wisconsin es el único estado de EE.UU. que ha tomado medidas para restringir este intercambio aberrante. Una práctica que deja huellas imborrables en sus víctimas.
Nita sueña ahora con volver a Haití y trabajar en orfanatos. Mientras tanto, su caso debería ser tomado como una señal de alarma para que todos los estados regulen de manera urgente los controles; garantizando que ningún niño, sin importar su origen, sea tratado como un objeto descartable.