La única región en Sierra Leona al margen del ébola se encuentra en una zona montañosa al norte y limita con Guinea, donde comenzó el actual brote. Koinadugu, con una población de 265.000 habitantes, depende de la agricultura y está rodeado de distritos con cientos de casos de ébola.
El éxito de Koinadugu no ha sido accidental, sino fruto de un arduo trabajo para prevenir la propagación de la enfermedad, y que ha tenido que recurrir a medidas severas de la mano de Momoh Konte.
Konte, de 43 años de edad, creció en la ciudad de Kabala, capital de ese distrito, pero inmigró a EE.UU. para realizar estudios universitarios y ahora dirige una empresa de consultoría económica con oficinas en varios países africanos.
Este virus no está matando a la gente rica, no está matando a la gente de clase media, está matando a la gente pobre
Cuando estalló el brote de ébola en Sierra Leona, el empresario empezó a buscar la forma de ayudar a la región que lo vio crecer. Estaba convencido de que el gobierno nacional y los respectivos organismos internacionales no estaban haciendo lo suficiente para combatir la epidemia.
Konte prácticamente no sabía nada sobre el virus y solo entendía que se propagaba por contacto directo con fluidos corporales de una persona infectada, así que se centró en la forma de limitar la exposición y desplazamiento de la población.
"Este virus no está matando a la gente rica, no está matando a la gente de clase media, está matando a la gente pobre que se traslada de un lugar a otro en busca de trabajo o algo para comer", dijo Momoh.
Partiendo de estas conclusiones en junio pasado viajó a Koinadugu con galones de cloro para la desinfección y miles de pares de guantes de goma y mascarillas. Además donó 10 millones de leones (alrededor de 2.300 dólares) al distrito para la lucha contra el ébola y se comprometió a realizar una donación similar mensualmente durante un año. No es una gran suma, pero ha ayudado a mantener a raya al virus.
Lo más difícil del plan, cuenta, era establecer un cordón alrededor del distrito y restringir el ingreso o salida de sus habitantes. Los accidentes geográficos de la región ayudaron a concretar el objetivo, pero también los puestos de control, donde los guardias están armados con termómetros corporales, soluciones de cloro en agua y un sistema de pases que controla el desplazamiento de sus habitantes, mientras que los foráneos pueden ingresar al distrito solo bajo responsabilidad de un lugareño.
Un curandero infectado de ébola sería desastroso, ya que acabaría con nuestra comunidadEn un principio los agricultores y la población en general rechazaron enérgicamente estas medidas, aunque al final entendieron que los cambios eran necesarios.
El plan de Konte también estaba dirigido a los curanderos, a quienes se les entregó una suma de dinero y se les rogó que no atendieran a personas que presenten posibles síntomas de ébola. Precisamente los primeros casos de ébola en Sierra Leona se presentaron luego de la muerte de un curandero.
"Teníamos que prestar una atención especial a los curanderos. Son populares y la gente confía en ellos. Un curandero infectado de ébola sería desastroso, ya que acabaría con nuestra comunidad", dijo el empresario.