El primer día, tras aterrizar en un aeropuerto local, el grupo alcanzó el océano después de recorrer a pie en dos horas y media 10 kilómetros por una carretera que la nieve había cubierto el día anterior. Solo entonces pudieron prepararse para montarse en sus tablas, desvistiéndose en pleno frío.
"Cuando me aproximo al océano espiro muy fuerte. Es como si algo en mí se purificara, y me diluyo con lo que me rodea", dice uno de los dos surfistas, Antón Morózov, del grupo Liberty Films.
"Las olas son como de cristal, ya que la arena volcánica se asienta inmediatamente en el lecho marino. Mientras practicas el surf puedes ver todos los cambios que las corrientes han hecho en el fondo del mar", cuenta su compañero, Eliséi Gládnikov.
Al camarógrafo Konstantin Kókorev lo impresionaron las imponentes montañas cubiertas de nieve que rodeaban el grupo.
En el futuro, Liberty Films tiene previsto hacer surf en el océano Ártico, en las islas Kuriles, el lago Baikal y las islas del Comandante.