Diversos estudios científicos confirman la existencia de la crisis de la mediana edad, mostrando que la satisfacción de las personas con su vida tiene forma de U, mejor durante la juventud y la vejez y peor en la etapa intermedia, informa 'El País'.
Sin embargo, un estudio realizado por el University College de Londres, publicado en la revista médica 'The Lancet', sugiere que es posible que esta tendencia no sea universal. Según los autores, que han recopilado información de países de todo el mundo, la idea de una vejez feliz tras la crisis de los 40 solo se ajusta a la realidad en los países de habla inglesa e ingresos medios elevados. En el resto del mundo, la tendencia es que con el paso de los años se reduce la satisfacción con la propia vida.
Además, una tendencia similar también se observa entre los animales, en concreto, los chimpancés y orangutanes, lo cual significa que los factores biológicos también pueden jugar un papel importante.
El artículo firmado por Andrew Steptoe muestra que el crecimiento de la satisfacción general observada en los países anglosajones ricos, no se observa en América Latina, y todavía menos en los países del antiguo bloque comunista. Allí, los autores atribuyen este malestar a la abrupta transición y a la pérdida de un sistema que para muchas de estas personas proporcionaba sentido, servicios de salud y pensiones.
No obstante, además de los factores económicos, como reconoce el profesor de la Universidad de Princeton Angus Deaton, "es posible que algunos factores sociales condicionen la forma en que la gente responde a las preguntas que se plantean en los estudios". "Los latinoamericanos tienden a ser más positivos y los chinos más negativos", ejemplifica.
Desde el punto de vista de la salud, el interés de este tipo de estudios es mayor teniendo en cuenta que se ha observado una correlación entre el bienestar percibido y una menor enfermedad y mortalidad. Como consecuencia, Steptoe y su equipo consideran recomendable que las autoridades, además de centrar su atención en la mortalidad y la discapacidad a la hora de planificar sus políticas sanitarias, no se olviden del estado psicológico de los ciudadanos.