"Mi marido fue enviado con su grupo a Kobani. (…) El 28 de octubre una hermana vino y me preguntó si mi marido era Abu Khattab Al Swedi. Le contesté que sí y me dijo: 'Felicidades, es un mártir'. No sabía cómo reaccionar porque no lo podía creer y me reí", escribe en su blog en Tumblr la británica que tomó el nombre Umm Khattab al-Britaniyyaa tras mudarse a Siria.
La joven confiesa que cuando asimiló el hecho de que su esposo había fallecido en combate sintió tristeza, pero de inmediato dice que al mismo tiempo estaba "muy feliz", tal y como lo prescribe la tradición. Abu finalmente vio cumplido su sueño y consiguió la muerte con honra que le garantiza un paraíso eterno: precisamente con esta finalidad había llegado a Siria desde Suecia hace más de un año, puntualiza Umm, quien dedica varias partes de sus entradas en el blog a la esperanza del futuro reencuentro en la otra vida.
La emigración femenina de Europa y EE.UU. a los territorios controlados por el EI está aumentando. El blog de Umm, donde también describe su viaje hacia Siria, es una confirmación más de la existencia de una infraestructura bien desarrollada para regular el flujo.
Según la joven, llegó a Turquía, donde se reunió con otras dos 'hermanas' que buscaban integrarse en el Estado Islámico: Umm Laden y Umm Musab. Tanto Laden, como Musab viajaban con sus hijos, una con tres, y otra con dos. Los niños eran menores de cinco años. Las tres mujeres fueron juntas a la frontera, "intentando actuar como las sirias". Pero el truco no funcionó. A pesar de que las mujeres negaron la intención de buscar al Estado Islámico, fingiendo que eran empleadas de organizaciones de ayuda humanitaria, las pusieron bajo custodia y empezaron a formalizar la deportación.
Sin embargo, el Estado Islámico envió a un abogado, que "hizo un poco de magia" y tras "una semana larga y agotadora en la cárcel", liberaron a las tres mujeres. Estas cruzaron la frontera, pero descubrieron que estaban en una zona controlada por el Ejército Sirio Libre, otra agrupación rebelde. Las volvieron a interrogar y les indicaron cómo regresar a Turquía para cruzar la frontera en otro lugar más cercano a su destino final. Una de las mujeres llamó a su esposo del Estado Islámico y… otro milagro: las pusieron a las tres y a los niños en una furgoneta y al cabo de tres horas ya estaban en la frontera controlada por el Estado Islámico, donde los guardias simplemente les abrieron las puertas.