"Hemos perdido nuestras destrezas para cocinar. Los pobres no saben cocinar. Yo he desayunado hoy con un gran tazón de la gacha de avena que cuesta 4 peniques. Un tazón de cereales azucarados vale 25 peniques", insistió Jenkin, que posee una casa en Kennington, al sur de Londres, donde el precio medio de una vivienda es de 1,7 millones de dólares.
A raíz de la idignación que causaron sus comentarios, la baronesa intentó disculparse, pero echó aún más leña al fuego: "He cometido un error. Dije estupideces sin guión", admitió Jenkin a la BBC. Y añadió de inmediato: "Si hoy en día la gente tuviera las mismas habilidades a la hora de cocinar que las generaciones anteriores, ninguno de nosotros comería tanta cosa precocinada. (…) La vida es considerablemente mucho más barata si se sabe cocinar".
Según los datos de Trussell Trust, la organización benéfica que coordina la red nacional británica de Bancos de Alimentos, la demanda de asistencia alimentaria de emergencia ha crecido de forma acusada. Si en los años 2011-2012, sus 420 bancos proveyeron ayuda a 128.697 personas, en 2013-2013 esta cifra aumentó siete veces y alcanzó a 913.138 personas.