Los yazidíes son una pequeña minoría étnica y religiosa muy conservadora que durante generaciones ha observado códigos tribales de honor ancestrales, unos códigos que nunca se habían enfrentado a una prueba como la que supuso la brutal conquista por parte del Estado Islámico. Los expertos señalan que, aunque el grupo terrorista fuera derrotado mañana mismo, las mujeres violadas por los yihadistas seguirían sufriendo las consecuencias de su trauma sexual en el seno de su comunidad. Ni siquiera sus propias familias aceptarían a los niños nacidos como fruto de una violación, y los bebés tendrían un destino desconocido.
Otro factor que agrava la situación de las exesclavas yazidíes, de acuerdo con el portal de noticias NPR, es la ley iraquí que prohíbe el aborto a menos que el parto ponga en peligro la vida de la mujer. Esta ley obliga a las mujeres violadas a recurrir al aborto clandestino en operaciones que con frecuencia ponen en riesgo su salud e incluso su vida.
Es muy difícil tener el bebé de un terrorista. La gente no va a aceptarlo
El Parlamento de la región autónoma kurda del norte de Irak, por su parte, ha empezado a discutir la aplicación de leyes destinadas a proteger a las exesclavas del Estado Islámico. Una de ellas podría incluso legalizar los abortos para las mujeres que han sido violadas por los yihadistas.
"Es muy difícil tener el bebé de un terrorista. La gente no va a aceptarlo", dice Khalida Khalid, asesora yazidí del presidente del Parlamento de la región autónoma kurda, que está trabajando en casos similares.
Para registrar los casos de violaciones de mujeres yazidíes que regresan del cautiverio, las autoridades sanitarias iraquíes están llevando a cabo las llamadas 'pruebas de virginidad'. Funcionarios kurdos aseguran que son voluntarias y que se hacen a petición de la víctima o del tribunal como parte de un esfuerzo para documentar lo que describen como un genocidio contra la comunidad yazidí.
Sin embargo, grupos de médicos y de defensa de los derechos humanos consideran que estas pruebas no tienen ninguna validez científica y que son traumáticas para las víctimas de violación; afirman, además, que podrían ser utilizadas contra las mujeres que no quieren reconocer la violación por vergüenza o miedo ante su familia o su comunidad.
Se estima que unas 5.000 yazidíes siguen retenidas por el grupo extremista suní, mientras que el número de mujeres y niñas que han logrado escapar de la esclavitud varía entre 50 y 300.