Una lucha desigual
Cada año más de 30.000 rusos son víctimas de accidentes automovilísticos. Desde luego el sistema legislativo de Rusia prevé ciertos castigos para los automovilistas que no conducen su coche adecuadamente, pero cuando al volante está un pariente de un alto funcionario las reglas ya no son aplicables.
Los acusados gozan de impunidad sin ningún remordimiento de conciencia llevando su vida como si no hubiera pasado nada mientras las víctimas o sus parientes están buscando justicia durante años.
Dos hermanas de la ciudad de Irkútsk estaban paseando por la calle cuando fueron atropelladas a toda velocidad. Julia murió, Elena se quedó inválida. La responsable del accidente salió ilesa y, lejos de preocuparse por sus víctimas, primero se ocupó de revisar los daños de su automóvil. No le cuesta hablar de lo ocurrido: "Mi coche patinó sobre los rieles del tranvía. Son muy resbaladizos y el vehículo empezó a girar. Intenté corregir la dirección, pero me desorienté y atropellé a las chicas".
A pesar de que en el juicio Anna fue condenada a 3 años, el juez del distrito decidió prorrogar su pena hasta 2024 por ser responsable de la custodia de una menor. Actualmente esta conductora, hija de un alto funcionario del gobierno local, se encuentra en libertad condicional.
Sin embargo, recientemente la corte regional revocó el veredicto previo del juzgado del distrito y el caso se ha reabierto.
Un hecho que supone una luz de esperanza para la lucha que persigue Valery, procedente de Cheliabinsk, una ciudad ubicada en los Urales. Él también fue víctima de un accidente en 2005: al atravesar la calle con luz verde en el semáforo, fue atropellado junto a un amigo.
Después de un mes en coma, dos operaciones en el cerebro, ocho procesos judiciales denegados y sufriendo regularmente de ataques de epilepsia, lleva cinco años en busca de justicia.
A pesar de que el camino es largo y los obstáculos pronunciados, Valery no pierde la fe. Para su abogado, Viacheslav Bobkov, la clave es que la conductora, de 18 años, era hija de un alto funcionario: "Si una persona normal y corriente hubiera estado en su lugar, habría sido castigada hace tiempo. El incidente es demasiado grave como para rechazar abrir un caso criminal. Tendría que haber una categoría social entre la población en Rusia que se llamara inmunidad ante la Fiscalía General".
Valery recuerda el juicio con frustración. Mientras los testigos presenciales del accidente no eran tenidos en cuenta por el juez, la parte acusada, Eugenia Arbuzova, de 18 años de edad, cambió su perfil económico: la contable de un gran banco se presentó ante el juez como una pobre estudiante con 600 rublos (unos 20 dólares) de beca.
Tras el veredicto, Valery recibió poco menos de 3.000 dólares, muy lejos de los 100.000 que pedía para su operación. En la actualidad, tanto los abogados de la chica como la propia familia rechazan hablar delante de las cámaras sobre el caso. La defensora de la joven acusada declara que hablar de eso simplemente no tiene sentido ya que pasaron cinco años y no se puede ahora empezar un nuevo proceso criminal.
La desesperación de Valery llegó a tal extremo que hace unos meses escribió directamente una carta al Presidente Medvédev pidiendo que se haga una investigación independiente y se castigue a los culpables aunque sean familiares de funcionarios.
Entre su día a día de medicamentos, Valery está recolectando dinero para poder ser operado en el extranjero. Mientras, sigue con su cruzada personal para que se haga justicia con su caso y de esta forma marcar un precedente en la lucha por los derechos civiles en su país.