Qué cree Usted ¿qué país es el más culpable por el creciente consumo de drogas ilegales en todo el mundo? ¿Colombia, como importante productor de cocaína o, probablemente, Afganistán, el mayor productor mundial de opio? O ¿tal vez los Países Bajos, líderes en la producción de tales drogas sintéticas como el éxtasis?
Algunos expertos consideran que si no fuera por el insaciable ‘apetito’ de los consumidores estadounidenses de tales ‘hierbas’ como la cocaína, la heroína y la marihuana, los grandes fabricantes no estarían 'motivados' para su elaboración y exportación. Por otro lado los propios estadounidenses (el Departamento de Estado) han elaborado un informe según el cual España no sólo se ha convertido en la verdadera puerta de entrada de la cocaína y del hachís a la Unión Europea, sino que destaca últimamente como el mayor consumidor comunitario de la también conocida 'coca'.
Al parecer, no se trata de un solo país, sino una red intercomunicada de un sin número de estados, que se enfrentan a este problema de máxima, hasta se podría decir alarmante, actualidad. ¿Podría la legalización ser una respuesta adecuada?
Así en España el ex presidente del Gobierno Felipe González, hace poco ha llamado a abrir el debate en el país. No nos olvidemos tampoco del reciente rechazo –aunque por un escaso margen– de la legalización del cultivo y consumo de la marihuana en el estado de California (un 57% de los votantes en contra y casi un 43% a favor de la iniciativa, según los primeros datos oficiales proporcionados por la agencia rusa Interfax), donde está permitido el uso con fines terapéuticos. Cabe mencionar el mismo debate que se lleva en Rusia, que, según los especialistas de la ONU, supuestamente uno de los mayores mercados de heroína en Europa.
De este modo uno de los problemas más graves, al que nos enfrentamos en el día de hoy es el de la elección moral: en qué sociedad queremos vivir en el futuro, ¿en una libre de drogas o donde la droga está legalizada? Mientras tanto el precio de esta alternativa es muy alto porque está estrechamente relacionado con el problema de la seguridad nacional de todos los países.
Entre los argumentos que presentan los partidarios de la liberación figuran los siguientes:
Mientras tanto cabe destacar la opinión de muchos especialistas que advierten sobre los peligros que entraña la legalización. Están seguros que los que están a favor luchan por ella sin pensar en lo más difícil del problema: en el propio mecanismo de su fijación jurídica y posterior realización, al igual que las consecuencias que conllevaría un error mínimo.
¿Qué drogas se puede legalizar? ¿Cuál sería el destino de las convenciones internacionales que ya regulan este aspecto? ¿Qué cantidad de Tetrahidrocannabinol se permitiría? ¿Según qué criterios serán legalizados y quién pondrá estos criterios? Por analogía del alcohol, ¿habrá un censo por la edad en el consumo? Y por analogía al tabaco ¿deberán introducirse zonas especiales en los restaurantes, aviones, trenes para los que consumen y los que no? ¿Dónde se venderán: en las farmacias, a través del correo o tal vez en las paradas de autobuses? ¿Se necesitará una receta médica para la compra? ¿Dónde se cogerá el material para su producción? ¿Habrá plantaciones legales y restricciones para la exportación? ¿Será el mercado libre? ¿Habrá restricciones de consumo para trabajadores del transporte, medicina, militares, etc.? ¿Estarán bajo el control estatal como los medicamentos? ¿Quién se ocupará y llevará a cabo el control de los estupefacientes y los psicotrópicos? ...y estas son sólo algunas de las cuestiones a resolver.Muchos consideran que el análisis de los hechos confirma la inutilidad y peligrosidad de la legalización que crearía aun más problemas de los actualmente existentes. Así son precisamente éstas las prioritariamente culpables en la difusión de la infección con el virus V.I.H. (el caso de Rusia, por ejemplo).
El consumo creará tales problemas como ‘la soledad y las inclinaciones de suicidios’, sobre todo entre los jóvenes que sin una debida educación podrían perder todos las ‘puntos de orientación’ social. Muchas encuestas sociológicas muestran que gran parte de personas no usan esas sustancias nocivas porque ‘nunca tuvieron esta posibilidad’, que obtendrían en caso de legalización.
Para muchos productores la normalización creará complicaciones financieras por lo que ‘deberán’ inventarse nuevas ‘formas’ de ganar dinero, como el mercado negro. Según las investigaciones, se puede ver un paralelismo claro entre el consumo de los estupefacientes y el aumento de la delincuencia. No hay que olvidarse de las características del mercado -su capacidad de crear, ampliar y mantener la demanda- lo que en este caso podría tener unas consecuencias dramáticas.
La elección no es sólo de un grupo de personas, es del total de la sociedad, que debe deliberar bien sobre los pros y los contras, antes de tomar una decisión concreta, por cuyas consecuencias habrá que pagar, y tal vez muy caro.