Imagínense que al amparo de la noche un grupo de personas bien equipadas con mochilas grandes y antisépticos se acerca a los basureros, extrae productos alimenticios y huye. La situación sería normal si fueran vagabundos sin nada en la vida, pero sí que tienen trabajo, hogar y, en su mayoría, una buena educación. Sin embargo, cada día encuentran su desayuno, almuerzo y cena en los basureros… Son los freegans: comedores de basura.
En los últimos años en EE. UU. y Europa crece impetuosamente la cantidad de seguidores de este fenómeno puramente social, la búsqueda intencionada de comida en los basureros.
Intelectuales en los basureros: "El freeganismo es una filosofía"
El movimiento de freeganismo apareció en EE. UU. a finales de siglo XX. El término 'freegan' se compone de las palabras 'vegan', que significa 'vegetarianos', gente que rechaza el consumo de todo producto de origen animal, y 'free', que significa 'libre, gratis' -como liberación del consumismo-. Ser 'freegan' quiere decir oponerse a las principales características del estilo de vida 'civilizado'.
Cansados de ver cómo la sociedad occidental despilfarra toneladas de comida en buenas condiciones mientras que la otra mitad del mundo se muere de hambre, los 'freegans' usan solo lo que acabó en la basura y de este modo se niegan a participar en el consumo irreflexivo de bienes, propio de la humanidad en general. Las motivaciones para este estilo de vida son diferentes: unos acuden al 'freeganismo' por convicciones políticas; otros, ecológicas, y otros incluso religiosas.
"El 'freeganismo' es una filosofía... Creo en la fundación de unos nuevos y viables sistemas económicos cooperativos, creo en la resistencia contra la injusticia capitalista y, como consecuencia, la destrucción del capitalismo. Creo que la sociedad industrial será reemplazada por las comunidadaes, un modelo más cercano a las culturas 'primitivas': una vida dentro de las fronteras ecológicas, sin la producción industrial y sin la importación de los recursos", aclaró a RT la ideología de los freegans Adam Weissman, famoso activista de Nueva York y creador del sitio web www.freegan.info.
Se considera antecesores de los 'freegans' a la organización Food Not Bombs (ver la entrevista de RT con Keith McHenry, uno de los fundadores del movimiento Food Not Bombs, aquí) y a lа banda de músicos callejeros Diggers, que existía en los años 60 en San Fransico y por principio no compraba comida y no usaba los servicios sociales pagados.
"La idea de que los 'freegans' son mártires que se comen las sobras es un mito absoluto"
Según un estudio de la Universidad de Arizona, diariamente cada estadounidense echa a la basura más de medio kilo de comida. En total, añadiendo también los supermercados, restaurantes y cafeterías, en EE. UU. anualmente se tiran productos por un precio total de unos 50.000 millones de dólares. El plazo de validez del 15% de estos productos todavía no ha caducado. En estas condiciones se puede suponer que los 'freegans' estadounidenses no sufren hambre. En la mayoría de los casos los 'freegans' buscan comida en los basureros de los restaurantes y supermercados. Habitualmente, los empleados de estos establecimientos empaquetan aparte los productos, cuyo plazo de caducidad está a punto de concluir.
"La idea de que los 'freegans' son mártires que se comen las sobras o la comida defectuosa es un mito absoluto. En realidad, la mayoría de los 'freegans' descubre que pueden alimentarse mucho mejor de lo que podría permitirse visitando los supermercados. Lleno mi frigorífico una vez por semana durante las expediciones de nuestros grupos. Cerca de los supermercados siempre encuentro muchos más productos que puedo utilizar. De hecho, tomo la cantidad que soy capaz físicamente de llevarme a casa", comenta Adam Weissman.
'El código de honor'
Los 'freegans' tienen su propio 'código de honor'. Así, a los participantes de este movimiento se les prohíbe llevarse de los basureros los documentos y papeles que puedan contener cualquier información confidencial, e interferir en la vida personal de la gente usando sus hallazgos. Ellos están obligados a mantener la limpieza cerca de los basureros y dejarlos en mejores condiciones de las que estaban antes de su visita. Los 'freegans' revuelven solo en los basureros de supermercados y viviendas de muchos pisos. Todo lo que acaba en la basura de patios interiores de las casas privadas no se utiliza.
Huertas urbanas y bicicletas en el futuro
Al mismo tiempo las comunidades de 'freegans' no solo 'encuentran' comida, sino que cultivan vegetales en sus propias huertas colectivas. De este modo regresan a las 'raíces', al estilo de vida comunero.
Además, el pensamiento 'freeganista' incentiva el uso de transporte ecológico e incluye una lista de prácticas no vinculadas con la alimentación: utilización de la energía solar, economía del agua, o reutilización y reciclaje de la basura. "Calificamos los automóviles y a la industria petrolera como un desastre, tanto social como ecológico, y ofrecemos métodos más viables para viajar. La bicicleta no contamina el medio ambiente y no es caro", afirma Weissman.
Las perspectivas del 'freeganismo' en Rusia
A pesar de la declaración de Keith McHenry en su entrevista a RT de que el 'freeganismo' "debe hacerse realidad para la mayoría de los ciudadanos del planeta", parece que pasará mucho tiempo hasta que la moda de este estilo de vida llegue a Rusia. Y no es por falta de detractores del sistema capitalista y el consumismo. La cuestión es que los contenedores de basura en Rusia tienen otro aspecto… mucho menos apetitoso. Los propietarios de restaurantes y supermercados no se apresuran a seleccionar cuidadosamente las mercancías caducadas y ponerlas en la calle. Eso podría ser una buena atracción para los vagabundos sin domicilio que, a su turno, pueden espantar a los clientes.
Además, los habitantes comunes y corrientes del país, que durante la dura y penosa historia de Rusia sobrevivieron a severas guerras y a hambrunas, tampoco suelen echar a la basura los productos que todavía se pueden utilizar. Al menos el capitalismo civilizado no ha invadido aún ese aspecto de la vida.
Natalia Serdyuk, RT