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Caballitos argentinos ayudan a tratar el complejo de inferioridad

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Psicólogos latinoamericanos han encontrado una sorprendente técnica para tratar a los pacientes con complejo de inferioridad y otros problemas psicológicos, utilizando para esto los caballos más pequeños del mundo.
Caballitos argentinos ayudan a tratar el complejo de inferioridad

Psicólogos latinoamericanos han encontrado una sorprendente técnica para tratar a los pacientes con complejo de inferioridad y otros problemas psicológicos, utilizando para esto los caballos más pequeños del mundo.  

Se trata de una raza equina muy singular, llamada Falabella. “Generalmente lo podemos usar con personas que tengan miedo a los caballos o que si son más grande les genera rechazo. Entonces las personas se pueden acercar mucho más a este caballo en miniatura que a otros”, explica Carolina Albrisi, especialista equina.

Junto al paciente y al caballo, en la pista trabaja un psicólogo y un especialista equino. A la persona se le encargan distintas tareas con el animal: caminatas, saltos y diversas órdenes. “Nosotros identificamos dos grupos de personas para los que viene especialmente bien este tipo de animal: trabajamos con personas con trastornos de alimentación y con grupos ejecutivos o empresariales, haciendo de este caballo un elemento paradójico o una herramienta que sirve para contrastar”, dice Jazmín Ramírez Landazábal, especialista en salud mental.

Los que tienen trastornos de alimentación generalmente se caracterizan por tener un 'yo' bastante empobrecido, pequeño, disminuido, mientras que el empresario entra a la pista justamente con todo lo contrario, llega con un 'yo' engrandecido, con un ego inflado. Las actividades con el caballo Falabella dan pie entonces para una charla diferente a la que surge en un consultorio convencional y con excelentes resultados terapéuticos.

Detrás de estos caballos hay una larga historia que comienza en 1940 cuando su creador, Julio César Falabella, patenta la raza equina más pequeña del mundo, con una altura de apenas 70 u 80 centímetros. “Julio César Falabella fue mi tío abuelo. Él llegó a tener un plantel de unas 700 yeguas. Llegó a eso porque dedicó la vida a los caballos. Fue un fanático de los caballos, un apasionado de la genética. Pero una persona muy especial, que no dejó un legado de cómo llegó ni una historia escrita”, cuenta Evaristo Falabella, criador de caballos.

Julio César Falabella se llevó el secreto a la tumba. Pero antes se ocupó de hacer una buena campaña de mercadeo vendiendo o regalando su creación a los reyes de España, al presidente John F. Kennedy y a otras destacadas personalidades. La cotización de este animal se elevó así a más de 4.000 dólares por ejemplar. Es una mascota cara, pero que no requiere mayores cuidados. La familia Falabella sigue dedicándose a estos animales, cuya crianza se ha extendido ya a establos de casi todo el planeta.

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