El abuso sexual infantil, un tipo de maltrato que sucede en todos los niveles sociales y en todas las partes del mundo, es una dura realidad y un problema mucho más amplio de lo que se considera. Se estima que una de cada cuatro niñas y uno de cada siete niños los sufre antes de cumplir los 17 años.
El Consejo de Europa ha publicado que el 20% de los niños europeos sufren la práctica de este tipo de maltrato, mientras que un estudio del sociólogo estadounidense David Finkelhor realizado en 21 estados concluyó que España es, junto con Estados Unidos, el país con el porcentaje más elevado de casos.
Uno de los ejemplos claros de esta lamentable situación española es el de María, una madre soltera cuyo hijo sufría abusos sexuales por parte de su padre, que tras la separación tenía el derecho de ver al niño con regularidad. En pocos meses la madre detectó comportamientos extraños en el pequeño: “Mi hijo volvía de las visitas (con su padre) muy agresivo, con dolores en la zona genital. Si le cambiabas el pañal te preguntaba 'si jodemos', que es lo que decía su papá…”.
“Yo me niego como madre a aceptar otra medida que no sea el reintegro inmediato de la custodia de mi hijo y que lo protejan de este hombre, porque cualquier otra medida me haría sentir cómplice de esta situación”, señaló María, que hace tiempo que no ve a su hijo ya que su padre, a pesar de estar diagnosticado de trastornos muy graves y personalidad paranoide, consiguió por la vía civil la custodia total del niño, antes de que saliese la resolución penal.
Éste es uno de los miles de casos de estos crímenes a menores que se producen en el Estado europeo. Y es que según los datos de un estudio, casi el 20% de la población adulta –un 15% hombres, y 22% mujeres- admite haber sufrido abusos en algún momento de su infancia. Según la estadística, el 85% de ellos son cometidos por la propia familia.
En cuanto al perfil de los agresores, casi en el 90% de las ocasiones suelen ser varones, aparentemente normales, integrados socialmente y que mantienen una vida sexual normal, de acuerdo con www.aspasi.org, una de las múltiples asociaciones en España que se han creado para luchar contra esta lacra.
Entre las funciones de la asociación se encuentran charlas y terapias para niños y niñas que enseñan a protegerse de los abusos. También intentan animar a quienes han sido víctimas de estos casos a contarlo cuanto antes, para darle solución al problema y evitar secuelas, una tarea clave, porque las consecuencias de padecerlo son tanto físicas como emocionales, llegando incluso a la depresión, la psicosis y, en algunos casos, al suicidio.
Por parte del Gobierno la lucha contra este problema se toma en la dirección de reformas normativas, así el Código Penal la Ley Orgánica de abusos a menores introdujo mayores penas y sanciones más duras para estos delincuentes.
¿Serán suficientes estas medidas para paliar los efectos de este tipo de violencia contra la futura generación?