Los cristianos iraquíes se sienten cada vez más inseguros en su propio país por la creciente actividad de los extremistas islamistas. La intolerancia religiosa que azota el país, amenaza a las vidas de los miles de adeptos del cristianismo que residen en Irak.
Más de medio centenar de fieles que asistían a la misa en Nuestra Señora de la Salvación (la iglesia católica de Bagdad) fallecieron a causa de un atentado el pasado octubre. Y éste no es el único ejemplo de la crueldad extremista. Sintiéndose cada vez más vulnerables, los cristianos iraquíes abandonan sus casas en esta ciudad y huyen a sitios más tranquilos para olvidarse de este peligro. Muchas familias se desplazan a la semi-autónoma región de Kurdistán, en la que se encuentran a salvo pero echando de menos sus hogares, familiares y amigos.
Ayad Ghranm Cherif es uno de los cristianos que experimentaba la continua amenaza de la violencia viviendo en la capital iraquí. Todavía no puede enterrar en su memoria el día en el que vio a su hija Miriam tumbada en el suelo frente a su casa, inconsciente y herida por la explosión de una bomba. El susto se convirtió en alivio: la chica estaba viva.
“Vi a mi hija caída en la tierra. Eran las once de la noche. Mi pequeña estaba en el suelo y la gente estaba corriendo y gritando. Todo estaba cubierto de polvo y de trozos de cristal. Recogí a mi hija viendo que estaba herida en una pierna. Casi la perdí. Yo gritaba: 'Mi hija ha muerto. La ha matado la bomba”, cuenta Ayad.
Aunque ya han pasado cuatro años y su pierna está bien, cada vez que Miriam se prepara para ir a la cama tiene miedo. Necesita la presencia y ayuda de sus familiares, además de su amor, para poder escapar de las pesadillas que le acosan tras aquel terrible día. “Salí con mi tía simplemente a comprar chocolate y volver a casa. Salí y no vi nada. Sólo oí la explosión y caí en tierra”, relata la niña.
Durante décadas cristianos católicos y musulmanes, árabes y kurdos, sunitas y chiíes vivieron juntos sin fricciones. Sin embargo, esta armonía parece inalcanzable hoy en día. Muchos atribuyen esta inestabilidad a la invasión de Estados Unidos en 2003. “Los estadounidenses son mentirosos. No confiamos en ellos. Su reputación es terrible, ya que dondequiera que estén presentes, siempre engañan. EE. UU. entrenaba a los sunníes y a la parte chií también, y ahora sólo miran como ellos nos matan”, asegura el director del Centro Caldeo, Hawai Khezk Yemishow.
Por supuesto, a Irak le llevará tiempo alcanzar un cierto grado de estabilidad, pero antes de que vengan esos deseados tiempos pacíficos, ¿cuantas víctimas más se cobrará la intolerancia religiosa de algunos?