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En Moscú se bordan las botas de fieltro para el Tíbet y Sudáfrica

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Una exposición dedicada al arte del bordado en Rusia del siglo XIX al siglo XXI permanecerá abierta en la galería moscovita del artista Zurab Tsereteli hasta el 13 de marzo. Paradójicamente — rindiendo homenaje a un invierno muy frío— los organizadores se centraron no tanto en el encaje u otros a
En Moscú se bordan las botas de fieltro para el Tíbet y Sudáfrica

Una exposición dedicada al arte del bordado en Rusia del siglo XIX al siglo XXI permanecerá abierta en la galería moscovita del artista Zurab Tsereteli hasta el 13 de marzo. Paradójicamente — rindiendo homenaje a un invierno muy frío— los organizadores se centraron no tanto en el encaje u otros adornos del mismo tipo, sino en las botas de fieltro típicamente rusas: los válenki.

Los vestidos y calzado rural de las épocas pasadas, son los que más inspiran a los diseñadores contemporáneos para crear un estilo nuevo que denominan “campesino chic”. Durante siglos, los lugareños, hombres y mujeres, protegían sus pies del inclemente frío con un par de botas de fieltro, siempre hechas a mano y en muchas ocasiones compartidas entre toda la familia debido a su elevado coste.

Solo en ocasiones especiales como el matrimonio o bautismo de un hijo, las bordaban para regalar. No obstante, la actual exposición recoge muestras de los válenki en todos los colores imaginables, y no solo en el gris habitual. Y los bordados, hechos incluso para los representantes de la élite, escenifican en la mayoría de los casos escenas del ámbito rural, flores o animales.

Si el dibujo es tan simple, como un solo rombo por debajo o por encima de una línea horizontal, eso también tiene algo de simbolismo. El rombo simulaba el fuego o la semilla (depende del color) y la recta horizontal, la tierra; si a ésta se le daba una forma ondulada, simbolizaba el agua. Se creía asimismo que un bordado rojo sobre un tejido blanco alejaba los malos espíritus y una cadena de rombos potenciaba la fertilidad.

Mientras la tradición nacional tiende a simplificar el calzado invernal ruso como tal (un proverbio les atribuye una simpleza, sugiriendo “Eres más simple que unos válenki”), la tecnología de su producción ha sido siempre bastante complicada. Cada nuevo trabajador en la cadena tecnológica tarda entre 3 y 9 meses en su preparación para operar libremente con el fieltro.

“A día de hoy tengo clientes en Sudáfrica, en el Tíbet y no puedo pensar en un país europeo donde no haya una persona llevando los válenki”, aseguró Olga Chernikova, una de las más conocidas diseñadoras de las botas rusas de invierno. “Pongo todo mi empeño y pasión para transformarlas de nuevo en un artículo de moda”, agregó.

La esencia del estilo “campesino chic”, según explican los propios diseñadores rusos, radica en los diseños “oversize” de los vestidos hechos en algodón y lana que combinan colores vivos con estampados de tipo de “jacquard” o grecas, y cenefas con aires retro. Todos ellos se conservaron como elementos gráficos dominantes en los suéteres y complementos en la presente temporada otoño-invierno.

Los jerseys y los válenki son complementos indispensables, incluso para las mujeres más jóvenes, sugieren los diseñadores de Moscú.

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