En Río de Janeiro culmina el famoso Carnaval, que es uno de los espectáculos más grandes del mundo, una industria que genera 570 millones de dólares al año. La fiesta permite a millones de brasileños cumplir su sueño de ser reyes por unos días. Pero detrás de la festividad que deja millonarias ganancias sus estrellas cuentan los centavos en la vida diaria.
Joana Araujo Martins es bailarina de la Scola do Samba “Académicos de Rocinha”. Pese a pertenecer a esta academia, su vida transcurre en las estrechas callejuelas de 'la favela' más grande de Latinoamérica. Cuando llega el carnaval ella recupera el sueño de ser “reina”. “Yo bailo desde niña, desde que comencé a caminar ya comencé a querer bailar. Algún día en el Carnaval de Rocinha quiero ser la Reina. Y además, ganar dinero, y cumplir mi deseo que es bailar. Es lo que más me gusta. Soñar no cuesta nada”, cuenta la bailarina.
Joana dedica todo su tiempo y toda su pasión al carnaval. Además es profesora de baile. Tuvo la felicidad de ver como una de sus alumnas fue preseleccionada como candidata. “Este sábado cuando tuvo lugar la final fue uno de los días más felices de mi vida. Llegué a llorar de tanta emoción. Ella está dando un mensaje muy bueno y estaba muy emocionada. Y cuando la vi haciendo lo que yo le enseñé tuve lágrimas de mucha emoción”, confiesa Joana.
Las escuelas de samba cumplen una importante misión social en sus barrios al ser centros educativos donde se enseña baile, oficios, informática. Para estas instituciones el carnaval es pura inversión. Las ganancias se quedan principalmente en manos de las grandes cadenas de televisión y en la industria turística con los casi 400.000 visitantes que llegan a Río para ver este espectáculo.
Francisco Ferrera, el fundador de “Académicos de Rocinha” dice que la Escuela no obtiene ganancia debido a los numerosos gastos que tiene, y añade que se necesita al menos un millón de dólares para poder poner una escuela de samba en el desfile. “Quien gana con el carnaval es el turismo. La scola no tiene demasiados beneficios, más que el placer de hacerlo. Y si no tuviéramos un patrocinador no podríamos desfilar”, señala Ferrera.
En Río de Janeiro el carnaval es la actividad que más empleos genera. Medio millón de personas trabajan durante todo el año para estos tres días de fiesta: desde los ingenieros y técnicos que arman las carrozas hasta los diseñadores de moda y costureros que trabajan en la vestimenta de los bailarines.
Después de la gran fiesta sus protagonistas tienen que volver a sus deberes y preocupaciones cotidianas para que dentro de un año poder disfrutar de nuevo de la magia y el lujo del Carnaval, aunque sea por sólo unos días.