En uno de los pueblos de la república rusa de Daguestán, ubicada en el Cáucaso Norte, casi todo el mundo conoce a Magomed Labazánov. Es normal: el anciano aspira al título de la persona más longeva de Rusia y probablemente del planeta.
Magomed nació a finales del siglo antepasado y vivió todos los giros que dio la historia rusa en más de cien años, incluida la Revolución socialista, las Guerras Mundiales y la desintegración de la Unión Soviética. Según declara, su larga vida cuenta con ni más ni menos que 121 años de edad. Sus familiares consideran que este hecho es digno de entrar en la historia.
"Hemos pensado en enviar una solicitud al Libro Guinness de los Récords. Toda nuestra familia, que incluye 18 nietos y 20 tataranietos, cree que lo merece", dice Ibraguim Labazánov, el hijo de Magomed.
Sin embargo, esta tarea podría resultar más difícil de lo que parece. Para figurar en la lista de récords hay que mostrar el acta de nacimiento original, o una expedida en un período de no más de 20 años después de la fecha. Además es necesario comprobar que el solicitante es la misma persona que figura en la foto del documento. Un 99 % de las propuestas de personas mayores de 115 años resultan imposibles de certificar o falsas. Los archivos de Magomed indican que nació en 1890 en la república rusa de Chechenia, Cáucaso Norte. Pero los habitantes del pueblo no necesitan ninguna prueba, muchos de ellos acuden a Magomed para preguntarle el secreto de su sorprendente vitalidad.
“Siempre he comido las verduras que cultivaba en mi huerta, bebido leche y consumido otros productos lácteos. Durante toda mi vida he sido granjero. He trabajado con toros y caballos, el trabajo duro favorece mucho”, confiesa el anciano.
Pero además del ejercicio físico al aire libre, Magomed siempre ha tenido una intensa vida espiritual. Observa estrictamente todos los preceptos del Islam, religión que profesa. A día de hoy sigue rezando cinco veces al día y realiza por sí mismo todos los preparativos para la oración.
Recientemente, el Libro Guinness reconoció como la persona más anciana del mundo a María Gomes Valentim, una brasileña de 114 años. Tal vez la famosa publicación no se niegue a conceder este título a Magomed, 7 años mayor que ella, y María Gomes pase pronto a parecer una jovencita.