La capital mexicana ha presenciado este domingo una protesta multitudinaria para que el Gobierno cambie su táctica en la lucha contra los cárteles de la droga. Los manifestantes opinan que las medidas actuales son poco eficaces y no logran reducir la mortalidad entre civiles.
Al mismo tiempo, varios estudios muestran un número creciente de menores que se unen a los grupos delictivos. Según la cifra oficial, más de 1.000 adolescentes han sido detenidos en México durante los últimos seis años por sus vínculos con el narcotráfico.
Jorge Camargo, integrante de la Juventud de la Cruz Roja, vive en la ciudad de Cananea, una población del norte de México, a dos horas de la frontera con EE. UU. Se trata de una región devastada por el crimen organizado y el narcotráfico, donde a las personas de su edad solo les quedan dos opciones: o unirse a los narcos, o luchar y salir adelante por su cuenta.
Este joven quiere ver a su comunidad libre de la influencia de los cárteles. Para lograr su objetivo, se ha unido a la Juventud de la Cruz Roja, un grupo que busca la formación entre los adolescentes mediante el deporte y las campañas de prevención del uso de drogas en la sociedad.
Jorge comenta: "Nos ha tocado ir a lugares donde se ven niños drogándose (…). La juventud necesita apoyo. No te lleva a nada bueno eso, no terminas en nada, he tenido amigos que empiezan probando drogas y se pierden. Alcohol, drogas, robos. Hay veces que otros amigos de ellos les ofrecen, o tienen problemas en sus casas".
En el otro extremo de las vivencias juveniles del norte mexicano está Édgar Jiménez, conocido como 'El Ponchis'. Ahora tiene 14 años de edad y hasta hace poco era un famoso sicario y narcotraficante de los cárteles de este territorio.
El menor atrajo la atención pública cuando las autoridades de la Procuraduría General de la Justicia mexicana le presentaron ante los medios luego de su arresto. El motivo de su acusación, entre otros delitos, fue descuartizar y decapitar a sus víctimas.
Según un informe del Ministerio Público mexicano, en los últimos seis años unos 340 adolescentes fueron formalmente acusados de pertenecer a grupos delictivos. La mayor parte de este grupo fue arrestado en el Norte de México y prestaba los denominados servicios de 'mulas' o 'burros', para transporte de estupefacientes, o cumplía funciones criminales como asesinatos, robos y secuestros, entre otros.
Brian Levin, portavoz del Departamento de Seguridad Nacional de Nogales (EE. UU.), ciudad fronteriza con México, comenta: "Hemos visto un incremento considerable de 'mulas' y la mayoría de ellos son menores de edad. Ellos piensan que nada les va a pasar porque no son adultos. Los narcotraficantes les prometen dinero rápido, solo tienen que cruzar la frontera… Pero eso no es verdad. La realidad es que les espera el rigor de la ley".
Celestino Fernández, profesor de Sociología de la Universidad de Arizona (EE. UU), subraya: "Yo creo que es algo que se debe enfrentar porque está jalando a mucha juventud, que piensan que se van a hacer ricos en tres días moviendo drogas hacia EE. UU. Muchos de ellos acaban en la cárcel o muertos, en las guerras contra sí mismos, de un cártel contra otro".
En líneas generales, los expertos consideran que uno de los aspectos causantes de que los jóvenes elijan esta vida es la falta de oportunidades. Y en este contexto, los grupos criminales buscan a los más débiles en las comunidades. Una vez que se ganan la confianza de los adolescentes, mediante regalos e interacción, se les hace parte del cártel, ya sea como 'burro' de transporte o como sicario.
Por una parte, las autoridades mexicanas aún no han establecido programas gubernamentales que ofrezcan una alternativa para los jóvenes más vulnerables a esta problemática. Pero al mismo tiempo, ese vacío lo llenan, parcialmente, algunas organizaciones internacionales como la Cruz Roja. Sin embargo, aún queda mucho para poder asegurar el futuro de la generación de Jorge y sus amigos.