Una monja tibetana falleció tras prenderse fuego en la provincia de Sichuan, en el sudoeste de China, donde este año se están registrando fuertes tensiones.
La undécima inmolación del año
Qiu Xiang, de 35 años de edad y residente en la prefectura autónoma de Garze, cometió el acto en plena calle. Se trata del undécimo caso de inmolación o intento de inmolación de budistas desde marzo, de los cuales al menos siete murieron.
El gobierno local señaló que las causas del suceso aún están siendo investigadas y que todavía no se sabe la razón por la que la religiosa decidió quemarse. Mientras tanto, los actos anteriores fueron realizados por los monjes para pedir el retorno del jefe espiritual de los tibetanos, el Dalai Lama, y el fin de la represión de la religión y cultura de esta etnia.
En los últimos años, y especialmente desde las revueltas del 2008 en varias zonas de China, se han producido numerosos episodios violentos, no sólo en el propio Tíbet sino, sobre todo, en provincias que marcan la frontera entre esta región y el resto del país.
Así, en la provincia de Sichuan, donde se han producido todas las inmolaciones en lo que va de año, las tensiones giran en torno al monasterio de Kirti, uno de los más sagrados de la zona para el budismo tibetano y que tras la primera inmolación de un monje de ese lugar, en marzo, fue sometido a un férreo control por las fuerzas de seguridad.
EE. UU., “gravamente preocupado”
El Gobierno de EE. UU. se mostró "gravemente preocupado" por el aumento de estos hechos en el Tíbet y exigió a Pekín que garantice el respeto a los derechos de ese pueblo para evitar nuevos suicidios.
Sin embargo, el presidente del Parlamento tibetano en el exilio, Penpa Tsering, negó rotundamente que los suicidios respondan a una estrategia política y respondió a las críticas norteamericanas con un rotundo llamamiento a EE. UU. a "no utilizar problemas relacionados con el Tíbet para interferir en los asuntos internos" del gigante asiático.
Inmolaciones como "actos terroristas"
El Gobierno chino califica las inmolaciones como "actos terroristas" y acusa al Dalái Lama y a las organizaciones tibetanas en el exilio de promoverlas o incluso "glorificarlas".
China asegura que el Tíbet es desde hace siglos parte inseparable de su territorio, mientras que los tibetanos argumentan que la región fue durante mucho tiempo virtualmente independientemente, hasta que fue ocupada por las tropas comunistas, en 1951.