Los padres adoptivos de un niño ruso, declarados culpables de homicidio no premeditado, fueron sentenciados por una corte estadounidense a una condena de entre 16 meses y 4 años de prisión. El tiempo que dure finalmente su reclusión dependerá de la buena conducta de los condenados y de otros factores previstos por la legislación del estado de Pensilvania.
Vania Skorobogátov murió el 25 de agosto del 2009 a la edad de siete años en un hospital de Pensilvania a causa de un trauma craneoencefálico. El forense que realizó la autopsia declaró que su muerte había sido provocada por los múltiples golpes que recibió en la cabeza. El doctor Wayne Ross, testigo principal que documentó los traumas, sostuvo que Vania había sido golpeado 80 veces. Además dijo que probablemente fue atado y obligado a ayunar.
La historia de un crimen
Michael Craver y Nanette Craver, padres adoptivos de Vania, declararon en su momento que el menor se había caído y golpeado en la cabeza. Además, acusaron al pequeño de causarse lesiones a sí mismo, ya que sufría de alteraciones psíquicas.
Los Craver fueron arrestados en febrero del 2010 y acusados del asesinato en primer grado y de confabular y actuar poniendo en peligro la seguridad del niño. De haber sido declarados culpables, los padres adoptivos de Vania podrían haberse enfrentado a la pena capital. No obstante, el jurado los absolvió del asesino en primer grado, pero los consideró culpables del homicidio no premeditado y de los demás delitos. La condena máxima prevista para un asesinato no premeditado es de 7 años de cárcel.
Moscú lamentó el dictamen del jurado pues no correspondía a la gravedad del delito. “A pesar de que el proceso determinó que los Craver habían golpeado sistemáticamente a su hijo adoptivo, el jurado concluyó que sus acciones no podían haber causado la muerte del niño”, señaló el vicecónsul ruso en Nueva York, Alexandr Otcháinov, después de la sesión judicial.
Vania fue adoptado por los Craver en el 2003, en la ciudad rusa de Cheliábinsk, junto con su hermana gemela que actualmente se encuentra en otra familia adoptiva. Los esposos Craver tienen prohibido acercarse a la pequeña. Si violan esta norma, serán encarcelados.
Más maltrato y violencia en familias adoptivas estadounidenses
Desgraciadamente, el caso de Vania Skorobogátov no es el único que termina fatalmente en familias adoptivas de EE. UU. Desde 1991, 17 niños rusos adoptados por estadounidenses fueron asesinados. Además, se han registrado numerosos casos de maltrato y violencia que han tenido gran resonancia.
En abril del 2010, el nió de ocho años Artiom Savéliev volvió solo a Moscú desde Washington con una nota de su madre estadounidense en la que decía que el pequeño tenía problemas emocionales y de violencia. Sin embargo, los chequeos médicos mostraron su desarrollo normal.
En enero del 2011, estalló un escándalo cuando en un programa televisivo Jessica Bigley compartió con la audiencia los métodos de ‘buena educación’ que utilizaba con su hijo ruso: tragar a la fuerza salsa tabasco y bañarlo con agua helada.
Después surgió el caso de la pareja Leschinsky, que aplicaba castigos salvajes a sus tres hijas adoptivas: las obligaba hacer ejercicios sobre clavos, correr largas distancias y a golpearse mutuamente en la cabeza.
Un acuerdo para salvar vidas
Moscú tuvo que suspender temporalmente las adopciones de menores rusos por ciudadanos estadounidenses para redactar un documento que garantizara la seguridad y los derechos de los niños adoptados. El acuerdo fue firmado en julio de este año por Rusia y EE. UU. y prevé mecanismos de monitoreo de la vida de los niños después de la adopción y estudios psicológicos a los potenciales padres. Además, estipula que el proceso de adopción se realizará sólo por agencias acreditadas y que los niños rusos adoptados conservarán la ciudadanía rusa hasta alcanzar la mayoría de edad.