Después de unos 20 años de investigaciones y juicios, la Corte Central Criminal de Inglaterra consideró a Gary Dobson y David Norris culpables de un asesinato racista en 1993. Este miércoles han recibido su sentencia: Dobson, de 36 años de edad, es condenado a 15 años y 2 meses de prisión y Norris, de 35, a 14 años y 3 meses.
Según el juez, Colman Treacy, el crimen que tuvo lugar hace casi dos décadas no tuvo otro fundamento que puro racismo. La noche del 22 de abril de 1993 Stephen Lawrence, un afrobritánico de 18 años de edad, volvía a casa junto con un amigo suyo. Estaban los dos en una parada de buses en Eltham, al suroeste de Londres, y Lawrence se alejó un momento de la parada para ver si llegaba el bus. De repente, por el lado contrario de la calle apareció un grupo de adolescentes de piel blanca. Atravesaron la carretera y dieron a Lawrence dos navajazos. Su amigo empezó a correr, gritándole a Stephen que le siguiera. Este logró correr 119 metros antes de morir desangrado.
"Este asesinato dejó una cicatriz en toda la nación", comentó Treacy a la hora de pronunciar el veredicto. Acentuó que a la hora del ataque Lawrence estaba completamente indefenso. Admitió que la sentencia es más baja de lo que algunos podrían esperar: "Pero estoy limitado por el Parlamento", detalló. Cuando tuvo lugar el crimen tanto Dobson como Norris eran menores de edad, con lo que se les aplicó el código juvenil.
Según el juez, el ataque no fue premeditado, pero los jóvenes vagabundeaban por la ciudad dispuestos a cometer un asalto en cuanto tuvieran la oportunidad. "No hay pruebas de que fuerais vosotros los que teníais la navaja, pero el que la tenía contaba con vuestra aprobación", se dirigió Treacy a los convictos. Acentuó, además, que ninguno de los dos acusados mostró ninguna señal de arrepentimiento.
Al salir de la sala de audiencia, Doreen Lawrence, la madre de Stephen, lamentó que la condena es mínima, pero admitió: "El juez tenía sus manos atadas". Le agradeció también los comentarios que hizo a la hora de pronunciar la sentencia, reconociendo el estrés que ha sufrido la familia durante todos estos años. "Es solo el primer paso en un viaje muy largo", subrayó el padre, Neville.
Norris y Dobson son los primeros culpables del asesinato que han recibido su condena. "Otras personas involucradas en la matanza de Lawrence no podrán dormir bien en sus camas. Estamos siguiendo con la investigación", afirma Bernard Hogan-Howe, jefe de la Policía metropolitana.
En los juicios anteriores la Fiscalía no pudo probar la culpa ni de Norris ni de Dobson, ni tampoco de sus presuntos compañeros en el delito. Los testimonios del testigo principal fueron considerados no fiables. En cuanto a otras declaraciones, ninguna de las tres personas que estaban en el momento del ataque en la parada del bus pudo identificar a ninguno de los sospechosos: el asalto había sido demasiado rápido e inesperado para que pudieran recordar las caras.
En 2007 los científicos volvieron a revisar el caso. Las modernas tecnologías avanzadas les permitieron descubrir una minúscula mancha de sangre de Lawrence en la chaqueta de Dobson que había estado almacenada durante todos estos años entre el material de pruebas recopiladas por la Policía. En los vaqueros de Norris encontraron un pelo del joven asesinado.
En noviembre de 2011 empezó el nuevo juicio. Tanto Dobson como Norris jamás reconocieron su participación en el caso. Afirman que durante los muchos años que su ropa se almacenó, las pruebas se mezclaron entre sí dejando huellas unas en otras. Después de un largo análisis, se logró probar que la contaminación era algo inverosímil.