Dijo desear que sus niños no nacieran en Grecia, país de perspectivas oscuras, según él.
“Grecia será borrada del mapa. A menos que aparezca un político de la talla de Thatcher, que sea capaz de poner a nuestro país en orden”, expresó.
El hombre, padre de dos hijos, había gestionado su propia tienda, que tuvo que cerrar ante las condiciones económicas adversas.
Electricista de profesión, Alexandros trabajó en varias empresas pero apenas pudo ahorrar algo. Sus vecinos lo vieron por última vez vivo sentado en un banco del mismo parque este martes.
El suicidio ya es un clásico
Suicidios causados por el apuro económico se han convertido en una realidad casi cotidiana en Grecia en los últimos meses.
La muerte de Alexandros sigue al suicidio cometido por un hombre de 42 años este martes. Por lo visto, el hombre saltó por la ventana del quinto piso en Creta, tras perder su trabajo.
La semana pasada, un músico de 60 años y su madre murieron tras arrojarse por la ventana de su casa. Dos días antes un hombre se suicidó en el centro de Atenas cortándose las venas en una plaza muy concurrida. En abril, un estudiante, un profesor y un sacerdote también se quitaron la vida en la capital.
Sin embargo, fue la muerte del farmacéutico Dimitris Christoulas, que se pegó un tiro en la cabeza en una céntrica plaza de Atenas, la que puso más de relieve la difícil situación por la que pasan los griegos en medio de una austeridad salvaje.
Durante los últimos meses, los medios griegos informan de suicidios casi a diario, un hecho sorprendente en un país que solía tener una de las más bajas tasas de suicidio en el mundo.