Las mujeres en Egipto ya empiezan a sentirse más vulnerables ante la posible islamización del país, lo que se refleja tanto en la vida política y pública como en la privada.
En la primera ronda de las elecciones ha ganado el candidato de los Hermanos Musulmanes, seguido por un hombre del derrocado régimen de Hosni Mubarak. La diferencia entre los dos candidatos fue mínima, de cerca del 1% de los comicios.
Sin embargo, la primera aspirante presidencial egipcia, Bothaina Kamel, ni siquiera logró registrarse como candidata, ya que no obtuvo las 30.000 firmas de apoyo que se requieren. “Nuestra revolución busca la igualdad, la libertad, la dignidad. Y cuando esos valores triunfen y estén ganados, entonces podremos ver a una mujer presidenta”, considera Kamel.
Otro dato inquietante para los activistas por la igualdad entre los sexos es que antes de la revolución, en el Parlamento un 12 % de sus miembros eran mujeres. Ahora, esa cifra ha caído en picado hasta el 2%.
La posible islamización de Egipto en un futuro muy cercano puede afectar también a las mujeres egipcias que no buscan su lugar en la política sino que solo tratan de resolver sus asuntos laborales y personales.
Este es el caso de Afaf Hemdan Abd-El Kreem, quien lleva cinco años intentando divorciarse de su marido. Incluso ahora es difícil, pero puede hacerse más complicado todavía si la facción más radical del islam triunfa. Por eso la mujer está dispuesta incluso a “ceder la herencia que me dejó mi padre” para que el tribunal tome una decisión lo más pronto posible.