Según la Policía, las pruebas forenses mostraron que la mayoría de los embriones eran producto de abortos de embarazos de entre 22 y 26 semanas, pese a que inicialmente se suponía que tenían entre 12 y 16 semanas de gestación. Fueron hallados en un estado momificado.
Las fuerzas del orden siguen investigando el origen de los fetos, que fueron almacenados en barriles de plástico y abandonados al borde de la carretera que une las ciudades de Ekaterimburgo y Nizhni Taguil. La teoría más probable señala que los restos estaban destinados a ser utilizados en la investigación científica, pero la Policía insiste en que esta es solo una de las líneas de investigación que están siguiendo.
La edad de los embriones lleva a pensar que se trata de un crimen coordinado. Elena Mizulina, jefe del Comité de la Duma Estatal en asuntos de la Familia, la Mujer y el Niño, cree que se trata de un caso de abortos ilegales sistemáticos que, según ella, no son poco comunes en el país: “Lo que se encontró en los contenedores no son embriones, son seres humanos no nacidos que fueron asesinados”, aseguró.
La legislación rusa permite a la mujer interrumpir el embarazo hasta la 12ª semana. Posteriormente, el aborto solo se puede realizar por razones médicas, si la vida de la madre se encuentra en peligro.