Población blanca en Sudáfrica: señores en el pasado, menospreciados en el presente

Hace unos 18 años, Sudáfrica celebró sus primeras elecciones democráticas e incluyentes que acabaron con el régimen segregacionista del Apartheid. Ahora muchos creen que las condiciones sociales se han invertido.
Irene Van Niekerk, enferma y con dificultades para caminar, vive con su esposo y sus cuatro hijos en Krugerdorp, una especie de campamento. Dice que probablemente su vida sería diferente si el gobierno no ejerciera una política que parece discriminar a los blancos.

“Muchos años atrás, cuando nuestros abuelos estaban en contra de los negros, ellos vivían en chozas. Las cosas han cambiado, ahora somos nosotros los que vivimos precariamente y son ellos los que tienen viviendas normales”, dice.
 
Y es que hasta su frágil refugio está en peligro porque el dueño está luchando en la corte para desalojar a sus habitantes, lo que profundiza su angustia y resentimiento social.
 
“La gente que está aquí no tiene nada, de verdad, no tenemos trabajo, tampoco un lugar a dónde ir. No tenemos nada, por eso estamos acá”, señala.  
   
En esta nueva Sudáfrica hay muchos blancos que se sienten ignorados y segregados, como si no hubiese una lugar para ellos.

En la época del Apartheid los blancos pobres eran asistidos por el Estado. El Partido Nacional tomó el poder en 1948 en medio de una ola nacionalista. Una de sus promesas electorales fue garantizar a la población blanca sudafricana empleo, beneficios sociales y una vivienda subsidiada, mientras que la mayoría 'de color' era tratada como ciudadanos de segunda categoría.

“Solíamos tener una gran clase media blanca creada por el sistema, evidentemente con esos beneficios esa minoría se sentía muy segura”, comenta el doctor Danie Brink, director ejecutivo de la organización Solidary Helping.
 
Pero desde 1994 las sanciones impuestas por la comunidad internacional y la profundización de los conflictos internos dio origen a una serie de cambios políticos en Sudáfrica que supusieron el fin del Apartheid y del desequilibrio social. En la actualidad, pareciera que la población blanca es la que no es atendida por el Estado cuando solicitan ayuda para conseguir empleo, becas universitarias o algún cargo público.

“Es como si todos se olvidaran de nosotros”

El color de la piel de Alta Van Staden era anteriormente garantía de una buena vida. Eran 'buenos tiempos' para los blancos en pero ahora Alta no tiene estatus social, ni empleo ni casa.
 
Ella es un número más en las estadísticas. La de los afrikáners que viven en la extrema pobreza. Una población cuyas posesiones se reducen al colchón donde duermen y la ropa que llevan puesta. Incluso, si no fuera gracias a la caridad, a veces no tendrían ni qué comer.
 
“Antes siempre había algún sitio al que podíamos ir. Donde era posible encontrar trabajo o algo que hacer…ahora buscamos y nos damos que cuenta de que no hay más trabajo para los blancos. Es como si todos se olvidaran de nosostros”, denuncia.
 
Staden siente que en el que fuese su hogar toda la vida, ya no hay espacio ni oportunidades para ella ni para su familia.
 
Sudáfrica tiene 50 millones de habitantes y se calcula que una de cada nueve personas es blanca, quienes en su mayoría claman por la ayuda del Estado. Sin embargo, en un continente donde la mayoría de sus habitantes viven en condiciones de extrema pobreza y donde a diario miles continúan muriendo de hambre y desnutrición, es dificil atribuir las carencias y la necesidad solo al color de la piel.