Un equipo, liderado por Guido van Wingen de la Universidad Radboud de Nijmegen, investigó el impacto que el estrés bélico tiene sobre los militares desplegados en Afganistán. Los científicos sometieron a 33 soldados a una serie de experimentos para analizar sus habilidades cognitivas.
Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los especialistas llevaron a cabo las pruebas en tres etapas: antes de que los militares fueran enviados a Afganistán, durante su misión en el terreno y dos años después de su regreso. Durante cada experimento, los voluntarios realizaron unos tests neuropsiquiátricos
mientras que su cerebro fue escaneado mediante resonancia magnética funcional. Después, los médicos compararon los nuevos datos con los obtenidos con anterioridad y con los de otros 26 militares que nunca estuvieron en una guerra.
Los militares que sufrieron estrés bélico cometían errores más a menudo y su atención se redujo. La disminución de sus habilidades cognitivas produjo cambios en el funcionamiento de algunas partes del cerebro, como por ejemplo, en el mesencéfalo,
la zona que se dedica a procesar la dopamina, una hormona y neurotransmisor, que suele asociarse con el "percibir" la comida y alcohol y es responsable de motivar deseos.
Después de un año y medio, las partes más afectadas recuperaron su integridad, pero las alteraciones entre varias conexiones neuronales se mantuvieron.
Según los autores de la investigación, después de ese tiempo “los soldados mostraron un rendimiento cognitivo normal”, pero “el estudio también revela cambios a largo plazo en la red mesofrontal, lo que podría aumentar la vulnerabilidad a nuevas situaciones estresantes y causar un déficit cognitivo de larga duración”, explica Guido van Wingen.
Los investigadores indican que esos cambios podrían complicar las posibilidades de los ex militares de integrarse a la sociedad civil.