Para llegar a esas conclusiones los investigadores de la Universidad de California en Irvine (EE.UU.) estudiaron el estado de la salud psíquica de 1.322 personas antes y después de los atentados del 11 de septiembre del 2001 y el inicio de la guerra en Irak en 2003.
Los resultados del estudio revelaron que cerca del 12% de los individuos mostraron un fuerte estrés postraumático por los atentados del 11-S y el 7% por la guerra iraquí, aunque ellos no vivían en Nueva York y no tenían nada en común con esos acontecimientos. Además, muchas de esas personas fueron propensas a desarrollar enfermedades físicas años después.
Según los psicólogos, los individuos que pasan más de cuatro horas frente al televisor son más vulnerables y pueden desarrollar hasta fuertes trastornos mentales, impactados por imágenes violentas.
“El estudio señala que la exposición a las imágenes violentas transmitidas por los medios de comunicación podría ser un mecanismo principal a través del cual se extiende los impactos de ‘traumas colectivos’. Nuestro estudio es incluso más relevante ahora dado que esas imágenes terribles alcanzan grandes audiencias mediante YouTube, redes sociales, teléfonos inteligentes”, comenta la investigadora Roxane Cohen Silver.
Los especialistas destacan que ellos no exhortan a introducir censura en los medios de comunicación, sino quieren que la gente para su propia salud mental
limite el tiempo que pasa observando las escenas de violencia.