Chhaidy desapareció en 1974 de su aldea de apenas 150 casas, en Saiha, el estado más al sur de Mizoram. Chhaidy y su primo Beirakhu estaban jugando en los campos de la selva próximos a su pueblo cuando desaparecieron. Enseguida, las comunidades locales se apresuraron a buscar a los niños, pero al día siguiente una fuerte tormenta desvaneció las esperanzas de que los pequeños, de cuatro años de edad, pudieran haber sobrevivido a la tromba de agua.
Días más tarde encontraron a Beirakhu junto a un arroyo, en mal estado pero vivo, y las esperanzas de encontrar también a Chhaidy resurgieron. La familia la buscó en el bosque durante meses, pero no halló ningún rastro de ella.
Pasaron los años, pero su familia no se dio por vencida. En la zona circulaba la historia de una mujer desnuda con el pelo y las uñas largas que vivía en el bosque, junto a la frontera de Myanmar, y que solía atacar a las personas que trataban de ayudarla.
Casualmente, en julio de este año una mujer residente en Myanmar visitó a uno de sus parientes en el pueblo de Saiha. La madre de la desaparecida se reunió con ella, que le contó que había adoptado hacía 4 años a la mujer salvaje de los bosques, que habían encontrado en el cementerio de la aldea, casi desnuda y medio muerta.
Khaila, la madre, vendió algunas pertenencias para pagarse el viaje y se fue por unos días. Como ella misma atestigua, al principio no la reconoció, pero afirma que es su hija por unas marcas de nacimiento que tiene en la cara, por su edad (42 años) y porque es zurda como ella. Chhaidy no recuerda nada de su pasado, y aunque han tratado de reavivar su memoria, hasta el momento no lo han logrado.
Sorprendentemente, para alguien que vivió en un bosque alejado de asentamientos humanos desde hace 40 años, Chhaidy no rehuye el contacto humano, a pesar de que se comporta de manera muy infantil y sólo puedo hablar unas pocas palabras. Ahora aprende nuevos términos y habilidades y ayuda a su madre en la cocina y en otras tareas domésticas.