A esa conclusión llegaron los científicos de la Escuela Bloomberg de Salud Pública, de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore, EE.UU. Los resultados del estudio aparecen publicados en la revista 'Pediatrics'.
Los expertos analizaron los datos de 10 700 niños y niñas nacidos en 2001. Los científicos observaron su desarrollo hasta 2007. Resultó que la depresión materna durante los primeros nueve meses después del parto aumenta en un 40% el riesgo de que el bebé crezca menos que los niños cuyas madres no experimentaron los sentimientos de tristeza o la depresión tras dar a luz.
No obstante, los científicos no determinaron por qué exactamente la depresión materna está asociada con la baja estatura de los niños. Según Michelle Terry, doctora pediatra, en este caso la alimentación y la nutrición pueden desempeñar un papel importante. Uno de los síntomas de la depresión es la pérdida de apetito de la mujer. "Si la madre no tiene hambre, no le importa si alguien en su torno quiere comer o no, entre ellos su niño", opina Terry.
Además, las madres con depresión suelen sufrir de insomnio, lo que puede alterar el sueño y la alimentación del bebé. "La alimentación del bebé es la principal interacción social entre la madre y el niño. Si no hay interacción, el niño puede negarse a comer", sostiene la pediatra.
Según el estudio, la depresión materna provoca estrés en el niño, y los niveles crónicamente altos de cortisol, la hormona del estrés, se asocia con una baja concentración de la hormona de crecimiento en niños.
Sin embargo, no solo de la madre puede ser la causa de un menor crecimiento del niño. Este también se puede deber a los propios genes de los progenitores.
Estudios anteriores en ese ámbito demostraron que la depresión posparto puede afectar el desarrollo del niño en los dos primeros años de vida.